La dureza de motoGP: «Estamos yendo por encima del límite físico humano»

Borja González COLPISA

DEPORTES

AFP7 vía Europa Press

La repetición de un mismo ejercicio o la tensión que supone sujetar el manillar hace que la musculación de los antebrazos se ensanche más de los debido y se estrangulen los vasos sanguíneos

03 may 2021 . Actualizado a las 15:42 h.

Después de las dos primeras carreras del año, las dos disputadas en Catar, dos pilotos de motoGP tuvieron que pasar por el quirófano, no por lesiones causadas por caídas sino por una dolencia habitual en los antebrazos que terminan dejándoles sin fuerzas para pilotar. Iker Lecuona y el ganador de la prueba de este domingo, Jack Miller, volvieron al tercer gran premio, el de Portugal, todavía con los puntos tras sendas intervenciones, aunque ya sin esas molestias, lo que se conoce como síndrome compartimental.

La repetición de un mismo ejercicio como puede ser frenar y acelerar, así como la tensión que supone sujetar el manillar y forzar los dedos con las manetas, sobre todo la del freno delantero, hace que la musculación de los antebrazos se ensanche más de lo debido y que se estrangulen los vasos sanguíneos cuando esa fascia muscular ya no da más de sí para dar cabida a ese músculo. Esto provoca un fuerte dolor por esa compresión, lo que deja sin fuerzas al piloto. Es lo que sufrió en la carrera de Jerez Fabio Quartararo, que a partir de la vuelta catorce de las veinticinco a completar empezó a evidenciar una alarmante bajada en su ritmo. El francés navegó más que pilotó hasta ver la bandera de cuadros para apenas salvar tres puntos.

«Tenía que frenar con cuatro dedos cuando normalmente lo hago con uno, no podía ir con el gas a tope en la recta», explicaba tras dar la vuelta de regreso al box entre lágrimas de impotencia. Esto le va a obligar a volver a pasar por el quirófano porque Quartararo ya se había operado de este síndrome después de la carrera de Italia del 2019 (la sexta prueba del calendario disputada en el Circuito de Mugello), su año de debut en la clase reina. «Da igual cómo te entrenes, porque no le ha pasado a un piloto sino a varios, estamos yendo por encima del límite físico humano, y por eso nos tenemos que operar de síndrome compartimental», apuntaba Pol Espargaró, otro de los muchos que se han operado el antebrazo, una molestia que martirizaron a Dani Pedrosa, que estuvo tres grandes premios en fuera de juego en el 2015.

«Me cuesta encontrar otro deporte en el que los deportistas tengan que operarse de algo porque el cuerpo no aguanta. Está pasando mucho en motoGP. Es una de las penitencias que tenemos que pasar además de las lesiones, hay que pasar por el quirófano para tener que practicar nuestro deporte y eso que parece un poquito marciano si se lo cuentas a alguien forma parte de nuestro trabajo al final. No es bueno ni saludable, pero es lo que hay». Un análisis en el que coincide con su hermano Aleix, que está valorando volver a operarse. «No es cosa de Jerez, es que las motoGP son cada vez más y más rápidas, tienen más carga aerodinámica y más potencia. Nosotros no somos máquinas, somos humanos. No sé cómo podemos mejorar. Me encanta la preparación física, me encanta entrenar y hacer diferentes cosas para estar en forma, pero no sé cómo entrenar esto. Hace más de diez años que me operé y he hablado con el doctor Charte (NdR: jefe de los servicios médicos del campeonato), y quizá tenga que volver a operarme. Tendré que hacerme pruebas en los próximos días, porque hoy he sufrido y no es normal, ya que nunca me ha pasado eso en Jerez».