Jorge Prado: «Voy a Rubiás y me doy cuenta de que el circuito no tiene que envidiar a ninguna pista del mundo»

DEPORTES

VÍTOR MEJUTO

El lucense, que disputará desde junio su segundo Mundial en la élite del motocrós, mantiene que su objetivo es lograr el título

25 abr 2021 . Actualizado a las 17:05 h.

Su primera temporada en la categoría reina fue accidentada. Las lesiones y el coronavirus hicieron mella en las opciones de Jorge Prado (Lugo, 2001) para disputar el trono mundial del motocrós. Pese a haberse perdido las cuatro últimas pruebas, fue el segundo piloto con más podios, tras el vencedor, Tim Gajser. Ya recuperado, se prepara para volver a la carga en dos meses. Quiere que la vencida sea la segunda.

—La pretemporada va sobre ruedas, visto cómo fue la anterior.

—El año pasado fue muy complicado. Primero tuve la lesión de fémur, que ya me obligó a llegar a las carreras sin preparación. Cuando tenía la sensación de que iba cogiendo carrerilla, me fracturé la clavícula en un entrenamiento y vuelta a empezar. Este es un deporte muy peligroso. Rodamos mucho tiempo encima de la moto, entre cuatro y cinco días por semana, lo que aumenta el riesgo de que pasen estas cosas.

—Llegó al Mundial, pese a todo.

—Cuando arrancó, no llevaba los entrenamientos que debería por la recuperación, pero cogí aire. Saqué muchas cosas positivas del esfuerzo que me llevó superar esa situación y me iba encontrando mejor. Gané varias pruebas.

—Una de ellas, en Mantova, se la anularon por una descalificación.

—Hubo un momento de la carrera en la que cayó un piloto. Yo venía primero, salí de la curva y salté. No vi a la persona que señalizaba la bandera amarilla. Con ella tienes que llevar siempre las ruedas sobre la tierra. Cuando estaba en el aire, me di cuenta. Me quitaron la victoria. Me pareció injusto. No me voy a arriesgar a saltar con un peligro en pista. Los organizadores no quisieron asumir que el fallo fue de ellos. Me echaron la culpa a mí de poner en riesgo a ese piloto, pero la responsabilidad fue suya de ponernos en riesgo a los dos. Asumí una culpa que no tenía.

—Podio a podio, se ganó la opción de disputarle el título a Tim Gajser. Y se contagió de covid.

—En el peor momento. Acababa de ganar el Gran Premio de Lommel. Dos días después, estaba entrenando y me comunican que el test PCR que me había hecho antes de la prueba había dado positivo. Estaba en la pista, haciendo los test de suspensiones antes de la última prueba, y se me paró el mundo. En el momento en el que me lo dijeron, todos los demás se marcharon del espacio en el que estaba. Yo seguía todas las medidas de precaución, me impactó bastante. Son cosas que uno no se explica. Llevaba toda la temporada luchando y me vi fuera de las pruebas finales, viendo las carreras por la televisión, cuando tenía opciones de título.

—Un mes sin subirse a la moto.

—El covid implicó a mi familia. Mi madre y mi pareja se infectaron. Mi padre se libró. De todos ellos, yo fui el que sufrió los peores síntomas. Tuve una infección en los pulmones y me asusté un poco. Pensaba que si a mí, que soy un atleta, me castigaba, en una persona mayor sería peor.

—Lo superó y ya puede decir que tiene experiencia en la élite.

—Es que este es un momento diferente. Una cosa es cuando llegas de la MX2 y otra cuando ya te has demostrado que puedes ganar pruebas. Después de lo que me pasó con las lesiones, no me imaginaba que podría llegar al final de la temporada luchando por el título. Eso me dio mucha confianza. Hoy me encuentro espectacular sobre la moto. Tengo muchas ganas de volver a competir.

—¿Se ve con opciones de ser campeón en esta ocasión?

—Claro que sí. Mi objetivo esta temporada es ese. Estoy entrenándome para quedar campeón del mundo, no para ser segundo ni tercero. Quiero ganar y sé que puedo. Me veo con posibilidades. Es un campeonato largo y necesitas también que el componente de la suerte esté de tu lado.

—Si gana, ¿cambiará al fin el número 61 de la moto, que le acompaña desde hace trece años?

—Hoy no me veo con otro número que no sea ese, pero si gano posiblemente cambie al número 1. Si tienes la oportunidad de llevar en la moto el número 1 del mundo, que te quiten lo bailado.

—¿Es la del dorsal su única superstición confesable?

—En la temporada 2019, que gané el Mundial MX2 y casi todas las carreras, utilicé un casco que estaba convencido de que me daba suerte. Aún lo guardo en casa, es el casco de las victorias. ¡No perdió ninguna!. Cuando necesitaba un extra de confianza, recurría a él. Seguro que es psicológico, pero funcionaba.

«La relación con Cairoli ahora es complicada»

Si el calendario no se altera, Prado debutará en el Mundial el 13 de junio, en la localidad rusa de Orlyonok. Después vendrán las pruebas de Gran Bretaña e Italia, dos de sus predilectas. Desde hace tres años, reside en Roma, donde tiene su infraestructura la escudería KTM. Comparte equipo con Antonio Carioli, nueve veces campeón del mundo.

—¿Cómo ha evolucionado su relación con Carioli en estos años?

—El año en el que entré en la estructura italiana, el 2018, fue mi referente en los entrenamientos. Él no me decía nada, era yo el que se fijaba. Últimamente, al ser rivales, la relación es mucho más complicada. Ahora trabajo yo solo con el equipo y, cuando a él le apetece, que es muy poco (risas) entrenamos juntos.

—Será un candidato más al título. ¿A quién ve con más opciones de competirle el trono?

—A Tim Gajser y, sobre todo a Jeffrey Herlings. Ahora mismo lo veo como el máximo rival a batir. Toni (Cairoli) estará también entre los favoritos, como podría estarlo Romain Fevre.

—En su primer Mundial en la élite ya demostró su versatilidad en las distintas superficies.

—Me siento bien en todos los terrenos. Al pasar tantos años en Bélgica, me encuentro con mucha confianza sobre la arena. Ahora llevo tres años en Italia y ruedo en terreno duro, lo que me ayudó a mejorar mucho. Hace años me costaba más. Prueba de ello, es que mi primera victoria en la categoría reina la conseguí en esa superficie y gané también el Gran Premio de España.

—Un Gran Premio que se consolida en el circuito mundial: el 18 de octubre, en Arroyomolinos.

—Para un español, competir en tu país es lo mejor que te puede pasar. Te da un plus cuando sales a la pista. Si esto puede repetirse año tras año ayudará a que la afición por el motocrós vaya creciendo aquí. Ojalá las cosas mejoren y podamos tener público. Sería lo más. Y ya si lo puedo ganar... buff, sería un sueño.

 

Los regresos a Galicia

La exigencia de los entrenamientos y de la competición le deja a Jorge Prado poco tiempo para desplazarse a Lugo, donde siguen viviendo sus abuelos. Esta vez, aprovechó su participación en la tercera prueba del Campeonato de España para pasar unos días en Galicia.

—Le dirán los suyos que poco se deja ver por la tierra.

—Al estar tanto tiempo fuera, a uno le gusta volver de vez en cuando a sus raíces. Como se estaban aplazando las pruebas debido a la pandemia, encontramos el hueco perfecto para venir a España y correr una prueba del nacional en Calatayud, que fue de lujo. Hacía cinco años que no corría una prueba del nacional y me han pasado muchas cosas desde entonces. Ahora ves que eres un referente para los que comienzan, para mí es un orgullo sentir eso. Y, de paso que venía a España, aproveché para volver a casa. Intento hacer alguna escapadita para ver a la familia y a los amigos. Vengo poco y cuando estoy en Galicia quiero amortizar el tiempo siempre. Al final, solo vivimos una vez.

—¿Recuerda la última vez que se subió a la moto en el circuito en el que se entrenaba de niño?

—La última vez que rodé allí fue en el 2013. Las sensaciones fueron diferentes respecto a cuando era pequeñito. Voy a Rubiás y me doy cuenta de que no tiene nada que envidiar a ninguna pista del mundo. Siempre le doy vueltas a la cabeza con eso. Me encantaría volver a entrenarme allí ahora pero desplazar a todo el equipo desde Roma a Lugo es complicado.

—Por lo que dice, Galicia podría estar en condiciones de tener una prueba en el circuito.

—Me encantaría, sería increíble. ¡En Lugo! Todo lleva su tiempo y en los últimos años se han ido haciendo avances.