Florentino Pérez y la Superliga: El fracaso de un sueño personal

Iván Antelo A CORUÑA

DEPORTES

Juan Medina

El instigador de la Superliga, señalado como el gran perdedor de un proyecto cuya financiación corría a cargo de un banco del que depende un negocio de ACS

23 abr 2021 . Actualizado a las 17:05 h.

Un par de soplidos han bastado para que todo el castillo de naipes montado por Florentino Pérez se fuese al suelo. Él, como también Andrea Agnelli (presidente de la Juve), llevaba más de una década preparando la Superliga un pelotazo destinado a cambiar el concepto actual de fútbol y trasladarlo por completo al más puro negocio. La idea era sencilla. Limitar el juego a los poderosos, con alguna limosna para los pobres, «firmando con sangre» una ingeniería financiera que movería miles y miles de millones de euros, fuera de los canales del control económico de los que mandan (ligas, federaciones y confederaciones). A todos ellos, el presidente del Madrid los considera «un monopolio», como se encargó de dejar claro en la única entrevista que dio en España (en El chiringuito de jugones de Mega). Todo iba bien. Pérez inflaba el pecho, pero la presión de los aficionados ingleses, las amenazas a todos los niveles y la retirada de los equipos de la Premier desbarataron su plan en menos de 48 horas.

Negocios encontrados

Ya el nacimiento de la Superliga fue extraño. Con un comunicado a las 00.05 horas del inicio de una semana en la que Florentino Pérez se juega otro negocio multimillonario, con parte de los socios en los que hasta ayer pretendía perpetrar otro, el futbolístico. Y es que se da la casualidad de que ACS, su compañía, pretende hacerse con Autostrade per l'Italia (ASPI), la empresa que gestiona las vías de peaje del país transalpino, y tiene hasta el viernes para concretar la oferta, según publicó ayer El Economista. La caída de un viaducto en Génova en el 2018, que costó 42 vidas humanas, generó un gran movimiento político en Italia, que ha desembocado en la probable venta de ASPI. Y ahí está Pérez, en la sombra, aguardando su oportunidad.

Según este mismo medio, la actual concesionaria es Atlantia, asesorada, entre otros, por el banco estadounidense JPMorgan. Diferentes medios italianos hablan de que ACS estaría dispuesta a pagar unos diez mil millones de euros para cerrar esa operación. Curiosamente, JP Morgan era la financiera que iba a sostener la Superliga. Según Financial Times, le ofrecería a cada club un préstamo a 23 años de entre 200 y 300 millones de euros, que deberían devolver con un interés de entre el 2 y el 3?%.

Un viejo aliado

Este fondo americano ya tiene profundos vínculos con el Real Madrid. De hecho, tanto JP Morgan como Merrill Lynch (otro banco estadounidense que también forma parte de Atlantia) asumieron gran parte de la financiación de las obras de remodelación del Santiago Bernabéu por valor de 575 millones de euros, por las que el conjunto blanco ha quedado hipotecado durante treinta años.

JP Morgan tampoco es una firma extraña para la mayoría de los que pretendían ser los fundadores de la Superliga. En el 2003, fue el banco asesor en la compra del Manchester United por parte de la familia Glazer. De hecho, su vicepresidente, Ed Woodward (que acaba de dimitir tras la renuncia a la Superliga), fue directivo del banco neoyorquino. Además, la citada entidad diseñó la salida a bolsa de equipos como el Inter de Milán y participó en la financiación del nuevo estadio del Tottenham, entre muchas otras operaciones con los grandes del fútbol.

El silencio tras la debacle

Mientras los clubes ingleses ruegan por el perdón de sus aficionados por haberse apuntado a una Superliga privada, en España solo el Atlético de Madrid comunicó oficialmente su renuncia al proyecto. Barça y Madrid guardan silencio. «No me costó convencer a Joan Laporta. Pero es que no había vuelta de hoja... La Superliga Europea es una ayuda para el Barcelona y para el resto de equipos, que estamos pasando una situación económica muy mala», decía Florentino Pérez el lunes. El martes, se había comprometido a otra entrevista con la cadena Ser, pero la canceló tan pronto tuvo conocimiento de que los seis clubes de la Premier habían dado marcha atrás. «Florentino Pérez sigue reunido junto al resto de componentes de la Superliga Europea», justificaban desde las cuentas oficiales de El larguero. «En el 2020 ya dije que Florentino estaba muy despistado, ahora está perdido. La Superliga no puede ser la solución, es la muerte del fútbol», le rebate Javier Tebas, presidente de la Liga. Es un sentir generalizado situar al presidente del Madrid y de la Superliga como el gran perdedor del pulso.

Jugar en la NBA y el nuevo estadio, otros proyectos faraónicos

No es la primera vez que Florentino Pérez tiene que hincar la rodilla ante la realidad del deporte. En el 2019, amenazó con dejar la ACB por entender que los árbitros le habían perjudicado en una final de Copa. En concreto, por la señalización de un tapón ilegal de Anthony Randolph a Ante Tomic en su duelo contra el Barça.

Lejos de un calentón, el propio Florentino Pérez ya se lo había trasladado meses atrás a un grupo de socios compromisarios de su máxima confianza. «La NBA quiere crear una confederación europea, pero el Real Madrid es el único club que quiere entrar», desveló la charla El Confidencial. «He hablado con ellos y les he hecho una propuesta. Tenemos un magnífico equipo y les he solicitado que nos dejen estar en la Conferencia Este. Nos dicen que hay que esperar a que toda Europa lo haga. Perdemos dinero y sigo trabajando en esta idea, porque queremos estar en la mejor liga del mundo», agregaba en la citada conversación.

Incluso, en su hoja de ruta, está conseguir jugar partidos de la NBA en el nuevo Santiago Bernabéu, que está en obras y por el que ha hipotecado al club durante treinta años. «Un nuevo estadio con nuevas tiendas de vanguardia y con una mayor oferta y tipología de restaurantes y experiencias gastronómicas. La tecnología será pionera y esencial en esta gran reforma, con un espacio destinado a los esports y con la presencia de un espectacular videomarcador de 360 grados. Un nuevo estadio que se financiará con los nuevos ingresos que va a generar su reforma», decía. Meses después, estalló la pandemia y ahora habla de graves problemas económicos que obligan a un cambio de modelo del fútbol.