Florentino Pérez, un dirigente zombi tras el fracaso de la Superliga

DEPORTES

DPA vía Europa Press

22 abr 2021 . Actualizado a las 00:17 h.

Todo va muy rápido. Florentino Pérez convocó las últimas elecciones a la presidencia del Real Madrid el 1 de abril, con solo unos días de margen para que algún candidato consiguiera un aval de 124 millones. El domingo pasado lanzó su plan para crear una Superliga que privilegia a los clubes más ricos de Europa como única alternativa para salvar el fútbol, así en general. El lunes eligió para anunciar su proyecto un programa en el que algunos periodistas van vestidos con camisetas de sus equipos. Y el martes todo lo que había dicho dos días antes, en un discurso entre mesiánico e improvisado, ya se volvía en su contra.

Florentino Pérez es hoy un presidente zombi, tanto de su club como del engendro de Superliga que pretendía imponer, que ahora mismo solo integran el Madrid y el Barcelona, una alianza para la historia. Porque Florentino vendió su producto sobre dos ideas: el fútbol mundial está arruinado y, si no recibe un maná de millones (extra) antes del 2024, cuando comience la nueva Champions, los clubes estarán «todos muertos».

Aún se desconoce, ante el peligro de muerte del fútbol, el nuevo plan de Florentino para devolverlo al mundo de los vivos.

El presidente del Madrid engoló su discurso del lunes, el que ahora suena todavía más a broma, con referencias a Santiago Bernabéu, el ideólogo de la Copa de Europa. Casi nada. Aquel modelo triunfó durante décadas, y el suyo no llegó a las 48 horas. El autogolpe contra el modelo vigente duró casi como la resaca del asalto al Capitolio, aunque aquí no hubo frikis tomando la sede de la UEFA ataviados con pieles de bisontes.

En su presentación triunfal, Florentino derrapó cuando, como un converso de manual, intentó convencernos de que se aburre durante los partidos porque, además, a las nuevas audiencias les parece un tostón ver encuentros de 90 minutos. Hay que reconocer la genialidad de devaluar su propio producto cuando se supone que se encamina a la ruina. Aunque no fue su único piscinazo: también confundió a la audiencia con que la Superliga no había invitado al Bayern y al PSG, dos gigantes que, por muy diferentes motivos, no picaron el anzuelo.

Cuesta poner de acuerdo a todos los partidos, las ligas, las federaciones y hasta ganarse un tirón de orejas del Osservatore Romano del Vaticano. Enhorabuena.