Con la reforma de la Champions, la UEFA pretendía frenar el proyecto de una
Superliga privada, como finalmente se ha planteado, desatando una guerra de imprevisibles consecuencias en los despachos futbolísticos del continente. «Todos estamos unidos frente a ese proyecto sin sentido», incidió Marchetti mientras el presidente de la UEFA, Aleksandar Ceferin, lanzaba una dura diatriba cargada de amenazas contra los doce socios fundadores de ese novedoso campeonato. «Nuestra Champions tendrá un crecimiento en ingresos y lo más importante, apuesta por la solidaridad de unos con otros. UEFA distribuye casi el 90% de sus ingresos al juego: canteras, fundaciones de niños, fútbol femenino... La Superliga piensa solo en el dinero, nosotros no. La UEFA cree en el crecimiento del fútbol. Queremos preservar los campeonatos domésticos, es el camino para clasificarse. Debe ser así y nunca va a cambiar. Estamos adaptando las competiciones europeas, pero lo principal no cambia: la solidaridad. Para algunos no existe la solidaridad, solo sus bolsillos».
Mientras Ceferin zahería con crudeza a esos dirigentes, Marchetti confirmó una de la plazas adicionales en la nueva Champions será para Francia, que en la actual Liga de Campeones solo cuenta con tres representantes. Las tres plazas restantes se repartirán entre otras ligas menores, aunque todavía resta por ver el desenlace de las enconadas negociaciones que se avecinan para resolver el cisma en el fútbol europeo.