Matsuyama comenzó a jugar a los cuatro años, guiado por su padre, que también había sido profesional. En ese mismo 2011 en el que debutó en Augusta como amateur, ya ganó su primer título profesional en el circuito japonés pese a su rol de aficionado. Siempre por delante. Trotamundos por el golf, cuando estudiaba en la Universidad de Tohoku, a la vuelta de un viaje a Australia, se encontró su casa destrozada por el terremoto y el tsunami de ese año. Convertido en profesional, acumulaba hasta ayer siete presencias en el top-10 de un major. Japón, una potencia por número de jugadores y campos, añade un campeón de un grand slam a su lista de éxitos. Dos mujeres sí habían conseguido títulos de primer orden: Chako Higuchi, en el LPGA Championship de 1977 y Hinako Shibuno, en el Open Británico del 2019. Solo un asiático había logrado un grande masculino, el coreano Yang Yong-eun, quien ganó el Campeonato de la PGA del 2009.