El racismo no se frena amagando

X.R.CASTRO

DEPORTES

Román Ríos

05 abr 2021 . Actualizado a las 10:30 h.

El fútbol necesita un escarmiento, de los grandes, por los insultos racistas. Y el Valencia estuvo a punto de dar una soberana lección ayer en Cádiz, pero le entró el vértigo de perder los puntos y recibir una sanción en los despachos y volvió al campo tras abandonarlo por unos supuestos insultos de Juan Cala a Diakhaby.

La falta de público en las ligas profesionales deja (un poco) al descubierto lo que pasa en el campo y reduce a los protagonistas directos este tipo de intolerables lances.

Todos sabemos lo de las pulsaciones a mil por hora y aquello de que lo que pasa en el campo se queda en el verde, pero la educación es obligatoria de corto y de largo. En un mundo de muchas frases hechas insustanciales, lo primero que se les debe exigir a los futbolistas es dar ejemplo, y este debe comenzar por el más absoluto respeto al contrario.

Por eso ayer el Valencia pudo perder tres puntos (acabó perdiendo) por su retirada del campo, pero recuperar gran parte de su estatus perdido como consecuencia de la época Lim. Y no lo hizo, por miedo a la clasificación pese a vivir una situación tremendamente cómoda. Lo arregló como todo en los últimos años: con medias tintas, con un «salir al campo a luchar por mí».

Porque Diakhaby no volvió al césped, se quedó en la grada, mientras Cala, el presunto agresor, siguió en el partido hasta que fue relevado sin que nadie se lo impidiese. Se supone que ahora los comités deben entrar de oficio y proponer una sanción ejemplar para el cadista. ¿Pero dónde están la pruebas si las imágenes solo pueden certificar el monumental cabreo del central galo?

Por eso, si el partido no se llega a reanudar, la dimensión sería otra completamente distinta, y así siempre quedará la duda. Y una oportunidad perdida para demostrarle al mundo que el fútbol no tolera el racismo. ¿O los puntos valen más que la dignidad?