El viaje por el infrafútbol de Nico Madero hace escala en Viveiro

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El jugador hispano-uruguayo trabaja en una correduría de seguros en Lugo
El jugador hispano-uruguayo trabaja en una correduría de seguros en Lugo ALBERTO LÓPEZ

El hispano-uruguayo, de solo 27 años, ha perseguido su sueño por siete países en un camino lleno de obstáculos

27 feb 2021 . Actualizado a las 12:02 h.

Nicolás Madero Soñora (Montevideo, 1993) tenía 13 años cuando su familia llegó a Galicia, la tierra de buena parte de sus antepasados, en busca de una vida mejor. Por entonces, Nico ya había empezado a destacar en el fútbol. Jugaba en el Liverpool de Uruguay y llamó la atención del Barça en un torneo que disputó con el River Plate en Argentina. Así comenzó la historia de un alma nómada y apasionada por la pelota, dispuesta a levantarse un millón de veces para mantener vivo su sueño y construir una inverosímil carrera balompédica que ya ha pasado por siete países y, solo como sénior, catorce equipos diferentes.

Aunque no renuncia a volver al profesionalismo, hace unos años que Nico Madero dio un poco de calma a su vida. «Volví a Galicia, me casé y me di un descanso, jugando en categorías que exigiesen menos compromiso, también para darle estabilidad a mi mujer y que pudiese desarrollar su propio proyecto con sus estudios», explica el ahora defensa central del Viveiro, y también agente de seguros en Lugo, donde vive.

La Masía, y el Celta

Su carrera futbolística fue un torbellino de emociones desde su llegada a España. Lo esperaba el Barça, pero no soportó más que dos meses en La Masía. «Era un niño que acababa de dejar a sus amigos y a parte de su familia en Uruguay, y estaba solo en Barcelona, con mis padres en A Coruña. Lo pasé mal», relata sobre su pronta marcha.

De vuelta a Galicia, lo llamó el Celta y Nico recuperó la alegría. «El Celta fue mi salvación», resume sobre su integración en una generación en la que brillaban Denis Suárez o Jonny Otto. «Pasé años sintiéndome importante, jugando mucho y hasta fui capitán alguna vez. Era cadete e hice la pretemporada con el filial. Coincidí con Iago Aspas, Oriol Riera y Andrés Túñez», destaca.

Una lesión de rodilla truncó su avance en A Madroa, y salió al Betanzos siendo todavía juvenil. Sin demasiadas oportunidades en Tercera, se fue al Sada. «Allí recuperé la confianza», y eso lo decidió a emprender su primera gran aventura por el «infrafútbol». Emplea ese término que acuñó Sergio Cortina y titula un libro de Enrique Ballester para referirse a la cara b del balompié profesional. Grecia lo esperaba.

«Por encima del dinero, lo que siempre me llamó la atención fue jugar en estadios llenos,. En la segunda división griega pude vivir esa presión. Molaba mucho», explica sobre su llegada al Vyzas Megaron, donde sufrió problemas de impagos y pasó unas cuantas penurias. «Vivíamos siete jugadores en un mismo piso. Adelgacé muchísimo», recuerda.

Tras recuperar el tono en un centro de alto rendimiento en Italia, se fue a Rumanía, donde fichó por el histórico Rapid Bucarest. «Solo éramos dos extranjeros en el equipo. No nos aceptaban, hasta en los entrenamientos sufríamos entradas brutales», resume sobre otra etapa efímera. Así, volvió a Grecia para enrolarse en las filas del Paniliakos, pero entonces sufrió una trombosis. «Me dijeron que tenía que dejar el fútbol y regresé a España. Unos meses después pude volver y empecé de nuevo en el Buelna cántabro, de Tercera», cuenta.

A las órdenes de Zambrotta

Su siguiente destino estuvo en la segunda categoría de Suiza. Llegó al Chiasso a prueba, y por eso en el primer partido amistoso contra el Sion le pidió una foto a su entrenador, el exjugador del Juventus, el Milan o el Barça Gianluca Zambrotta. «Le pedí una foto pensando que no me quedaría, y al final me salió una gran temporada, tanto que me votaron el tercer mejor jugador de la liga. Estar con alguien del currículo de Zambrotta fue increíble, te hace ver cosas más allá, y es muy humilde», dice.

Las lesiones

Una lesión de tobillo cortó su progresión en su segundo año en Suiza, y en su única experiencia en la Segunda B española también fueron problemas físicos los que le impidieron tener continuidad en el Deportivo Palencia. «No considero que tuviese mala suerte. Siempre me moví por impulsos, hice lo que me pedía el corazón y me considero afortunado. Me alegro de atreverme a salir y no conformarme con estar siempre en Tercera», destaca. Entre el 2017 y el 2018 vivió su última experiencia extranjera, por ahora, en dos conjuntos de la Serie D en Italia, Gragnano y Nuorese.

Debutó con la camiseta del Viveiro contra el que era su equipo unos días antes, el Paiosaco, y anotó un gol
Debutó con la camiseta del Viveiro contra el que era su equipo unos días antes, el Paiosaco, y anotó un gol PEPA LOSADA

De titularísimo del Paiosaco a su verdugo en 14 días

«Antes quería todo ya. Ahora quiero disfrutar el momento y ojalá pueda volver a ser profesional, pero no tengo prisa, aún soy joven. Volver a competir en Tercera es un examen para mí», explica ahora un Nico Madero muy curtido con apenas 27 años. Tras pasar por el San Tirso, por amistad con el entrenador, y el Pol, este verano se sumó al Paiosaco.

Circunstancias personales, al mudarse de A Coruña a Lugo, le hicieron cambiar de aires otra vez en el mercado de invierno. «Ya no podía ir a entrenar cuatro veces por semana, no era bueno para mí ni para el club, así que lo hablamos y arreglamos muy bien para que saliese. Incluso me ayudaron a fichar por el Viveiro, a pesar de que es un equipo de la misma liga», cuenta el central uruguayo, que había jugado los 90 minutos en sus 11 partidos con el conjunto que ahora es colista del subgrupo Norte. Solo había faltado a uno, por sanción.

Se despidió en una derrota contra el Estudiantil (3-0), y apenas dos semanas después debutó, precisamente ante su exequipo, con el conjunto de A Mariña, que tenía sancionados a dos de sus defensas. «Fue muy raro todo, y encima marqué un gol y salvé otro bajo palos para mantener nuestra victoria 2-1. Traté de ser lo más respetuoso porque deseo lo mejor al Paiosaco, se portaron muy bien conmigo», relata.

En el Viveiro ha aportado experiencia a una zaga muy joven que también lideró este domingo en Cantarrana, en la victoria contra el Fisterra (2-0). «Yo trato de ayudar, pero también aprendo mucho de mis compañeros. Tenemos un bloque muy sano y compensado. Y arriba hay futbolistas de muchísima calidad. Por eso es importantísimo dejar nuestra portería a cero», describe de un recién ascendido que es quinto clasificado en el subgrupo Norte de Tercera División.