Por fuerza, el contrato del mejor jugador del mundo ha de guardar pocas similitudes (no solo cuantitativas) con el del común de los futbolistas porque, si bien el trabajador es la parte débil en la contratación, eso no sucede cuando se trata de retener al número uno en la empresa. Eso explica que algunas cláusulas sean tan favorables a Messi, según lo publicado por El Mundo.
No se ha revelado la parte de la posible extinción anticipada del contrato antes de la última temporada, auténtico culebrón del pasado verano pandémico, pero sí llama la atención que en un contrato de cuatro temporadas de duración Messi perciba una prima por fidelidad (de importe superior al sueldo fijo anual) por no haber rescindido el contrato tras el cierre del mercado de invierno de la tercera temporada. Es tanto como dar por sentado que lo normal es que el contrato no llegue a término y que lo extraordinario y digno de recompensa es que la duración del contrato se respete.
Es lícito retribuir a los futbolistas (o a sus sociedades mercantiles) por ceder al club toda o parte de la explotación de sus derechos de imagen, lo cual permite tributar estos ingresos a un tipo muy inferior al del salario, siempre que lo que se perciba del club por derechos de imagen no exceda del 15 % del total percibido, regla aquí cumplida para no tener nuevos problemas con Hacienda. Destaca que en ese contrato de imagen de Messi se repliquen los variables por objetivos y rendimiento del contrato laboral, cuando el objeto de uno y otro contrato son distintos, retribuyendo uno el trabajo deportivo del jugador y otro la explotación comercial de su imagen por terceros.
En general, lo que late en las cláusulas retributivas desveladas es la voluntad de las partes de disgregar el salario total entre contrato laboral y de imagen, con un alto número de bonus variables tanto en uno como en otro.
Rafael Alonso, del bufete Alonso Martínez, es abogado experto en derecho deportivo.
