La otra pandemia del deporte base

DEPORTES

EDUARDO PEREZ

25 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante mucho tiempo, todos los gobiernos han vendido que el deporte era salud y que su práctica ayudaba a salvar vidas y a evitar patologías diversas. Sin embargo, en el 2021, el deporte se ha convertido en comunidades como Galicia en el sector más defenestrado después de la hostelería.

Poco importa que la incidencia de contagios en el tejido del deporte base y aficionado sea mínima, que la inmensa mayoría de los clubes cumplan sus protocolos a rajatabla y que las medidas se hayan extremado hasta límites insospechados. El premio a tanto esmero es la posibilidad cada vez más real de que cientos de clubes pongan el candado y se disuelvan.

Porque la segunda medida, después de recortar la hostelería, ha sido una serie de restricciones que van desde suspender toda la competición autonómica y de base a equiparar el deporte federado al no federado, lo que en la práctica significa apostar por un descontrol en la materia.

Se supone que se hace en aras de la seguridad y con la intención de contribuir a frenar la tercera ola ya casi convertida en tsunami, pero los mismos niños que cada día se ponen las equipaciones de sus equipos a media tarde son los mismos que a primera hora de la mañana se meten en una clase durante seis o más horas, se zampan el bocadillo en comunidad y vuelven a casa en autobús. Y por ahora nadie se ha preguntado si debe cesar, restringir o hacer un cierre perimetral en la cuestión académica.

Nadie pone en duda que la salud debe ser lo primero, pero precisamente por eso el deporte no debe ser uno de los grandes sacrificados de esta interminable crisis sanitaria. Porque el día después de que toda la población esté inmunizada por el covid-19 aparecerán las enfermedades cardiovasculares y otras derivadas del sedentarismo. Y para entonces, igual ya no quedan equipos.