Percebes con mostaza en Madrid

DEPORTES

Marcial Guillén | EFE

18 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2007, el Madrid fichó a un jugador bastante desconocido que se llamaba Drenthe y tenía rastas. Tener rastas y jugar en el Real Madrid es como echarle mostaza a los percebes, pero metió un gol en su debut y el madridismo tragó por mucho que aquello pintase raro. Nueve días después, estrelló su Audi Q7 contra un coche de policía a las 4.30 de la madrugada de un domingo en la calle Alcalá.

Su meteórica carrera (meteórica hacia abajo), le llevó a fichar en el 2010 por el Hércules. Seis meses después ya no aparecía por los entrenamientos y había batido el récord de saltarse semáforos en Alicante (6). Lo raro hubiese sido pararse circulando a 160 kilómetros por hora por el centro. Luego se fue, con alguna reaparición estelar por las discotecas madrileñas. A los 29 se retiró, harto del fútbol, para dedicarse a su auténtica pasión: el rap.

Drenthe, siete hijos después, ha vuelto a España como fichaje estrella del Racing Murcia de Tercera. Pesa el triple de lo que pesaba aquella apolínea figura de ébano que pisó el Bernabéu pero, para demostrar su propósito de enmienda y que ya no es el alocado muchacho que era, graba todo el rato sus buenas acciones. Machacándose en el gimnasio (como mínimo durante los 15 segundos que duran las stories de Instagram) o entregándole a un mendigo unas galletas. «Esto es lo que tú querías comprar y he comprado esto para ti también» le dice al sintecho mientras le entrega también un pack de seis Fantas y unas gominolas. Lo que Drenthe considera productos de primera necesidad explica muchas cosas.

De aquel Madrid del 2007, Sneijder confesó recientemente que se pasaba el día borracho y de fiesta, Robinho ha sido condenado por violación, la familia de Guti es comidilla diaria de Sálvame y el beso de Iker en el Mundial, el beso de España, ha caducado. Por lo menos, Drenthe nunca nos engañó.