Una nueva generación de jugadores gallegos emergentes
Beneficia la capacidad de concentración, mejora la creatividad, eleva el coeficiente intelectual o ayuda a resolver problemas. Estos son solo algunos de los factores positivos que aporta el ajedrez. Requiere perseverancia, pero el que lo prueba, se engancha. O eso dicen algunos de los jugadores con mayor potencial en Galicia. La cara más visible y mejor jugador de nuestra comunidad es Iván Salgado. Empezó con 6 años gracias a un pique con su hermano y a los 16 ya era el gran maestro más joven de España. La precocidad es algo que une a los talentosos en este deporte.
Mireya Represa tiene 19 años. Se inició con 5 por su padre, pero la que la enganchó de verdad fue su profesor en el colegio Los Sauces de Vigo. Tanto es así que con 18 consiguió el título de maestra FIDE y cinco campeonatos de España por edades entre el 2010 y el 2018. Ahora combina su pasión con la nada desdeñable carrera de Bioquímica en Valencia. «No quiero tener que elegir entre la carrera y el ajedrez, son mis dos pasiones», deja claro Mireya. Achaca la ausencia de mujeres a la falta de referentes a los que seguir, y se propone como meta a corto plazo la disputa de unas olimpiadas. Se celebran el año que viene y «creo que son alcanzables», aclara con la misma seguridad con la que ejecuta sus movimientos en una partida.
En las futuras generaciones destaca el noiés Iago Fernández. Con 11 años ya ha sido tres veces campeón gallego. Su madre, Loli Fernández, destella orgullo cuando habla de él. Se inició gracias a sus primos cuando tenía 5 años, pero tuvo que esperar a cumplir los 6 para que lo aceptasen en la escuela. Su último campeonato de España en Granada no fue todo lo bien que él quisiera. El uso de la mascarilla con su problema de asma le jugaron una mala pasada que pretende revertir en cuanto la situación se lo permita. Le gustan todas las aperturas, pero si juega con negras es devoto de la defensa muro de piedra. Su mejor recuerdo hasta ahora es un partida contra un maestro FIDE. «Le jugó al niño lo que acababa de publicar en un libro y le ganó», recuerda su madre entre risas.
David Cernadas no fue tan precoz, pero sin embargo supo auparse como el resto a la hora de ganar torneos. Con 8 años le pidió a su madre que le apuntase a un curso que ofrecía el concello de A Pobra do Caramiñal. Ese fue el inicio de un vínculo que pretende ser inquebrantable. Con 11 años se coronó campeón gallego y con 12 volvió a repetir un título que espera revalidar cuando se puedan retomar las competiciones.