El oportunista del área que pasó inadvertido por Balaídos

DEPORTES

DPA vía Europa Press

11 dic 2020 . Actualizado a las 10:05 h.

Hay cuatro nombres propios muy asociados al Mundial que ganó Italia en el año 82, el que se celebró en España. Una de las imágenes la dejó el presidente de la república, Sandro Pertini, por la naturalidad y la espontaneidad con que celebró el triunfo en el palco del Bernabéu. Otra es la de Gentile, un pitbull en la retaguardia, por los marcajes que le hizo a Maradona y a Zico. Los cosió y los secó. La tercera, la del veterano Dino Zoff, con cuarenta años, en su cuarto campeonato intercontinental. Y la más célebre es la de Paolo Rossi, por sus goles, que tardaron en llegar pero acabaron valiendo un título. Este periodista tenía doce años cuando se disputó aquel campeonato. Y le quedó grabado un recuerdo después de ver empatar a Italia en Balaídos ante Camerún. Ya en la calle Florida, un aficionado italiano desplegaba junto a su autocaravana un mapa para ver cómo llegar a Barcelona, para la siguiente fase. «Case lles sería mellor non parar e seguir cara Italia», comentó mi tío Pedro, en vista de la pobre imagen que ofrecía aquel equipo.

Paolo Rossi no dejó rastro de su paso con la selección por Galicia. Y tampoco en el siguiente encuentro, ya en Barcelona, en la victoria por 2-1 ante la Argentina de Maradona, Ardiles, Kempes y Passarella.

A partir de ahí se destapó y demostró que en el fútbol todos los estilos pueden alcanzar la victoria, independientemente de que unos gusten más que otros. Su hat trick ante Brasil en el partido que decidía la clasificación para semifinales está tatuado en la memoria colectiva con más fuerza que la propia final.

Aquella selección brasileña pasó a la historia por su fútbol, a pesar de caer ante Italia. Júnior, Toninho Cerezo, Falcão, Sócrates, Zico... Lo suyo era una sinfonía. Pero Paolo Rossi respondió con la trompeta de un oportunista de área. En el primer gol, que calificó como el más importante de su carrera, se anticipó a su marcador para cabecear un centro lateral. En el segundo, adivinó un mal pase de Cerezo, cortó, condujo y finalizó. Y en el tercero se encontró con un balón en el área pequeña y le cambió la trayectoria hacia al red. Después marcó los dos tantos de la semifinal ante Polonia y el primero del 3-1 que decidió el título frente a Alemania.

Sin aquel legendario partido ante Brasil y sin la conquista del Mundial 82 no sería recordado de la misma manera, como uno de esos futbolistas que quedan para siempre en la historia. Era un oportunista del área que supo aprovechar la oportunidad en el mejor escaparate. El del 82 fue el Mundial de Rossi.