La carrera plagada de altibajos del árbitro acusado de racismo

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IAN LANGSDON | EFE

Sebastian Coltescu intentó suicidarse en 2008 tras ser descendido a segunda división por unos «graves errores» cometidos en un partido de la liga rumana

09 dic 2020 . Actualizado a las 18:09 h.

El árbitro rumano Sebastian Coltescu, centro de un gran escándalo tras sus palabras consideradas racistas, que llevaron el martes al aplazamiento del partido de Champions entre el PSG y el Estambul Basaksehir, ha tenido un recorrido marcado por varias sanciones. «Es el negro, mira a ver quién es». Estas palabras dirigidas por Coltescu, cuarto árbitro, a su compatriota Ovidiu Hategan, árbitro principal, desencadenaron una tormenta que amenaza con poner fin a su carrera internacional.

Este ingeniero de formación, nacido en 1977 en Craiova, jugó brevemente como centrocampista del equipo Electroputere (segunda división rumana), antes de empezar como árbitro en 1996. «Sentí que no sería un buen futbolista», explicó para justificar su cambio de carrera, según el diario Gazeta Sporturilor. En el 2003 entró en la lista de árbitros de primera división y tres años más tarde logra su escudo de árbitro FIFA. «Creo que nunca podré devolver al arbitraje ni un 10% de lo que he recibido», afirmó entonces, citando especialmente la posibilidad de viajar al extranjero.

No obstante, en el 2007, fue relegado a la segunda división tras unos «graves errores» cometidos en un partido de la liga rumana. Según la prensa, habría negado dos penaltis a un equipo, al tiempo que se mostró demasiado clemente hacia los jugadores rivales. Afectado por esta sanción, Sebastian Coltescu habría intentado suicidarse un año más tarde, aseguró entonces a los medios, mientras que varios compañeros consideraban que era «víctima» de un sistema «que le empujó al borde de la desesperación».

«Temo que su carrera de árbitro acabe abruptamente», declaró el árbitro Adrian Porumboiu, antes de añadir: «Cuando te haces árbitro, debes ser capaz de resistir a la presión». Sebastian Coltescu volvió, no obstante, a los terrenos de juego, antes de recibir otra suspensión en primera división en el 2015, por varios «fallos», como anular tres goles al Steaua de Bucarest. La Comisión Central de Arbitros (CCA), sin embargo, levantó pronto esa sanción, ya que la UEFA le eligió para dirigir un partido internacional juvenil. A pesar de estos altibajos, figura hoy en día como el tercer árbitro rumano con más partidos arbitrados (309). Sin embargo, su futuro tras el incidente del martes es ahora incierto. «Es la página más vergonzosa de la historia del arbitraje rumano», lamenta Ion Craciunescu, de 70 años, uno de los grandes árbitros rumanos, ahora retirado, que no se muerde la lengua al hablar de su compañero. El mismo que le había descrito hace algunos años como «uno de los árbitros más talentosos» de la nueva generación.