Zidane, un entrenador ante las teclas y el talento

DEPORTES

03 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

No se le recuerda a Zinedine Zidane una rueda de prensa en la que entrase a analizar el fútbol, ni cuando sumaba triunfos ni ahora que pierde más de lo que cabía esperar. Pero él es el mismo y sigue con el mismo discurso. Lo que cambia con los resultados es el gesto. Antes sonreía y ahora se le ve más agrio.

Con la crítica sucede, a menudo, como con los gestos, que guardan una relación directa con los balances. Cuando el técnico francés consiguió la Champions y la Liga cosechó elogios por su política de rotaciones, por saber administrar con sapiencia sus recursos. Ahora, sin embargo, le llueven los palos porque sigue haciendo cambios y las cosas no salen. Quizás la diferencia está en la calidad. No es lo mismo echar la vista al banquillo y ver Morata, James, Coentrão, Bale, Pepe y Casillas o Keylor Navas que echar un vistazo en el partido del sábado ante el Alavés y ver a Lunin, Rodrigo, Isco, Odegaard y Mendy.

En las dos últimas temporadas la plantilla blanca se ha devaluado considerablemente, y ahí Zidane solo tiene una parte de culpa: la de redoblar su confianza en la vieja guardia y no haber conseguido inyectar sabia nueva.

Hay una corriente en el fútbol que dice que cuando en una plantilla hay mucho talento el mejor entrenador es el que menos estorba, el que sabe gestionar ese talento dejando hacer.

Vicente del Bosque manejaba una máxima: «Tiene que parecer que los jugadores mandan, pero eres tú el que decides». Cuanto más talento, menos tienes que decidir. Y viceversa.

A Zidane le toca decidir más que nunca. No es cuestión de echarse la culpa, de recordar que en el campo la concentración y la solidaridad son determinantes, de reconocer la valía de sus discípulos. Lo cierto es que esta temporada, de momento, no da con la tecla. Y empieza a notar un aliento incómodo, el que sienten todos los entrenadores en la nuca cuando no ganan. A Del Bosque ni siquiera le bastó con ganar para seguir.