Maradona, la persona

DEPORTES

Jean-Paul Pelissier | REUTERS

30 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En estos días en los que casi todo son reconocimientos hacia Maradona, cabe recordar que el mejor homenaje quizás se lo hizo en vida su compatriota Andrés Calamaro con la canción en la que reivindica la figura de la persona por encima de la del futbolista: «No me importa en que lío se meta Maradona, es mi amigo y es una gran persona en el diez».

La vida de excesos por la que se fue despeñando no fue ejemplar. Y quizás no toda la culpa fue suya. Pero lo que nunca se le podrá reprochar a Maradona es que siempre estuvo del lado de los futbolistas, anteponiendo la salud al negocio. Nadie como él se opuso de una manera tan clara a que en el Mundial de México, en el 86, se programasen partidos al mediodía, con temperaturas impropias para la práctica del deporte. Mandaban los intereses televisivos, las audiencias en Europa. João Havelange, entonces presidente de la FIFA, llegó a advertir a los futbolistas: «Que callen y jueguen». En el año 2014, cuando arreciaron las críticas en Brasil por todos los gastos y la corrupción detectada alrededor del Mundial, a Joana Havelange, nieta del que fuese todopoderoso máximo mandatario de la FIFA y directora ejecutiva del comité organizador, le parecieron extemporáneas: «Lo que se tenía que gastar y robar, ya está hecho».

Maradona no entró en ese juego. Pero fue un personaje incómodo para el negocio y para muchos dirigentes, porque decía lo que pensaba, a menudo sin pensárselo demasiado. Y sin reparar en las consecuencias. Lo que siempre le preocupó fue el juego en la cancha, disfrutar con el balón y hacer felices a los aficionados. En ese frente nunca se traicionó ni engañó a nadie. Fue un romántico y un mago del balón. También lo vio venir Calamaro: «Es un ángel y se le ven las alas heridas».