Un Masters igual de grande que siempre

Pablo Herrero

DEPORTES

11 nov 2020 . Actualizado a las 21:30 h.

Cuando alguien publique el libro contando la historia del 2020, el año en el que un maldito virus, de cuyo nombre no quiero acordarme, destrozó los planes de todo el mundo, ojalá haya un capítulo explicando cómo el golf profesional se reinventó para que torneos como el Masters pudieran disputarse sin perder un ápice de su grandeza.

Se juega esta semana la edición número 84 de un Masters que solo se dejó de jugar en tres ocasiones, entre 1943 y 1945, a causa de la Segunda Guerra Mundial. La competición transcurrirá en un contexto insólito, pero que no impedirá el espectáculo que durante cuatro días al año acostumbramos a ver, con el Augusta National retando a los mejores golfistas del mundo.

El ambiente en los días previos al torneo ha sido inmejorable: Tiger Woods ha dejado ver que viene a defender su épico título del año pasado y a lograr su sexta chaqueta verde, alcanzando el récord de Jack Nicklaus; Phil Mickelson viene con ganas de que una buena semana le convierta en el ganador del Masters de mayor edad; Bryson DeChambeau está pegando tan fuerte a la bola que mete miedo al resto de competidores y a los responsables del torneo porque no querrán que destroce el Augusta National y lo juegue como un recorrido de pitch&putt.

Y luego está Jon Rahm. El grandísimo jugador español, que cumplió 26 años esta misma semana, se ha regalado dos hoyos en uno increíbles, uno de ellos con aquaplaning incluido que, gracias a las redes han dado la vuelta al mundo y han sido la mejor carta de presentación del torneo.

Hay dudas sobre cómo afectará el cambio de fechas al rendimiento de los jugadores durante el torneo. El ambiente será un factor diferente, al estar a las puertas del frío invierno que acostumbra a dejar helado e irreconocible para el espectador el recorrido del Augusta National. A menor temperatura y mayor humedad, la bola volará menos y habrá que coger algún palo más largo de lo que habría sido necesario en abril. Esta humedad habrá que ver cómo afecta a los greens y a la capacidad de maniobra de la organización para manipular su dureza y convertir el recorrido en un infierno si los bombarderos hacen de las suyas.

El cambio de estación no impedirá al Augusta National lucir el verde habitual. Lo hará acompañado de la gama de tonos marrones que aportan las hojas caídas de los árboles, una nueva estampa para el disfrute del espectador y también una dificultad más, cuando la mejor opción sea jugar la bola rodando para escapar de la arboleda.

Vienen cuatro días del mejor golf, ojalá Jon Rahm haga como Rafa Nadal en Roland Garros y nos dé un anticipo de la alegría que será volver a la normalidad de siempre, que llegará más pronto que tarde. ¡A disfrutar de un Masters igual de grande que siempre!