Colegio, sí; deporte, depende

Xosé R. Castro

DEPORTES

MIGUEL VILLAR

09 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Mantener la actividad en los centros de enseñanza se ha convertido en una prioridad en esta segunda ola de la pandemia, pero abrir los pabellones y recintos deportivos para que los más pequeños puedan practicar alguna actividad física no está tan claro. Depende de la decisión del concello de turno y de la voluntad política de sus gestores.

Y eso que la Xunta de Galicia dio un paso adelante permitiendo el deporte federado de un modo explícito. En gran medida, porque es un sinónimo de seguridad. La Ufedega trabajó con la Secretaria Xeral para o Deporte en un protocolo colectivo, cada federación tiene sus propias y estrictas normas; y cada club, en su inmensa mayoría y pese a la precariedad de casi todos, ha elaborado unas pautas de seguridad de lo más exigente. Algunas federaciones —la de luchas olímpicas es el mejor ejemplo— incluso han reconvertido parte de sus actividades. En resumen, que el deporte base es seguro, al menos tanto como ir al colegio. Y pese a ello, llaman la atención las reticencias que encuentra.

Porque una cosa son las campañas llamando a los hábitos saludables, al deporte como sinónimo de salud y al ejercicio como un dique de contención contra la enfermedad, y otra muy diferente la realidad con la que se encuentran cientos de clubes de cualquier disciplina día a día en Galicia porque en algunos casos, y no pocos, se ha apostado por la comodidad, por mirar hacia otro lado y esperar que todo esto pase.

Lo peor es que para entonces el deporte de base estará acabado o, en el mejor de los casos, herido de muerte y los niños y niñas habrán optado por la Play, por crear más cuentas de Tik Tok y por la vida sedentaria. Ya no querrán ser ni Messi, ni Gasol, ni Nadal... Sino algún influencer. Y cambiarán el deporte activo por una partida virtual o por cualquier canal de YouTube. Para preocuparse.