Álvaro Domínguez: «Me pasaba días enteros en cama y hasta pasear era una tortura»

DEPORTES

Xaime Ramallal

Con 31 años, un lustro después de retirarse por una lesión de espalda de la que se operó cinco veces, el ex del Atlético encuentra paz y felicidad en Viveiro

09 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace poco era uno de los defensas más reputados de España y ahora ni siquiera puede jugar una pachanga con sus amigos. Álvaro Domínguez Soto (Madrid, 1989), sin embargo, no pierde ni un segundo en lamentar su infortunio. Una grave lesión de espalda acabó con su carrera futbolística, pero, tras cinco operaciones, se siente vencedor del partido más duro de su vida, el que le ha llevado a recuperar una buena calidad de vida.

«Durante más de tres años me pasé días enteros en cama y hasta salir a pasear era una tortura», resume un hombre que a los 26 años ya rozaba las 200 participaciones en la élite más absoluta con el Atlético de Madrid y el Borussia Monchengladbach. Precisamente el 7 de noviembre se cumplieron cinco años de su último encuentro en la Bundesliga alemana. Disputó los 90 minutos en el empate a cero contra el Ingolstadt, y no guarda un recuerdo muy agradable: «Veníamos de jugar Champions en Turín, y luego jugamos en casa contra el Ingolstadt. Aquellos días sufrí mucho».

«Jugué muchas veces infiltrado porque desde el club me decían que con hacer ejercicios de fortalecimiento mejoraría»

Hacía tiempo que las cosas no estaban bien para Domínguez. «Me arrepiento de cómo fue todo. Jugué muchas veces infiltrado porque desde el club me decían que con hacer ejercicios de fortalecimiento mejoraría. Quizá si me hubiese operado en cuanto sentí las primeras molestias no hubiera llegado a este punto. Pero la espalda es una zona complicada, muchos médicos te dicen que no te operes», relata.

El internacional español, de 31 años, llegó a un punto insoportable en el que se decidió a pasar por el quirófano: «En aquellos últimos partidos estaba desesperado por encontrar una solución. Te planteas no solo tu carrera deportiva, sino también tu vida. Te das cuenta de que no puedes aguantar así para siempre».

Fue poco después de la primera de sus cinco operaciones cuando asumió que volver a competir como profesional era casi una utopía: «Cuando me opero por primera vez y a los tres o cuatro meses sigo con un dolor insoportable decidí que tenía que dejar el fútbol, aunque tardé en hacerlo oficial».

«Salir de una operación y ver que no estás bien te frustra y deprime. Muchos médicos me dijeron que no volviese a operarme, pero yo sabía que no me podía quedar así para siempre porque no podía hacer absolutamente nada. Después de abrirme, y ver lo que tenía montado en la espalda, me daban la razón», cuenta Domínguez, que se sometió hace un año y medio a su quinta y última intervención en Madrid. 

Una vida saludable

«He recuperado mi vida y mi salud», resume un hombre que sigue ligado a la «burbuja» como agente de futbolistas -entre otros lleva a Cucurella, Pacheco y Cote, y hace de enlace para clubes alemanes que quieren pescar en España- y ha encontrado paz y tranquilidad en Viveiro, donde ha comprado una segunda residencia.

«Lo conocí por un amigo que tiene casa aquí. Él también es muy deportista y me enseñó las rutas de senderismo o bici que se pueden hacer y me encantó», explica «feliz» por llevar de nuevo «una vida saludable». «En parte, por eso estoy ahora en Viveiro. Una parte de mi trabajo es ir a los estadios a ver fútbol, pero con el covid no se puede ir, así que tanto da estar aquí o en Madrid. Aquí encuentro tranquilidad, y además de ir al gimnasio, que lo necesito por la espalda, puedo hacer kayak, paddle surf o pasear con mi perro por la playa», cuenta.

«La gastronomía y el trato acogedor» son otros dos detalles que valora: «Me pasé aquí todo el mes de agosto y me trataron muy bien, me conociesen o no. Aunque sí que me conoce mucha gente. Eso demuestra que son futboleros y hay mucho colchonero en Galicia».

El defensa zurdo durante un partido con el Atlético en Riazor
El defensa zurdo durante un partido con el Atlético en Riazor CÉSAR QUIAN

Ganó dos Europa League con el Atlético, una Eurocopa sub-21 y jugó en la absoluta

A pesar de su prematura retirada, Álvaro Domínguez tuvo tiempo para construir un currículo envidiable. Ganó dos Europa League y una Supercopa de Europa con el Atlético de Madrid, una Eurocopa sub-21 e incluso debutó con la selección española absoluta. ¿Qué le faltó para dar el gran salto y consolidarse en la cumbre? «Pues sobre todo tiempo», razona.

Cuando se retiró, el defensa madrileño estaba muy cerca de fichar por el Inter de Milán. «Iba a ser mi siguiente paso, teníamos un acuerdo casi cerrado porque entonces pensábamos que me recuperaría de la espalda. No merece demasiado la pena pensar qué hubiera pasado», desvela.

Cuando se retiró tenía prácticamente cerrado un acuerdo con el Inter de Milán

Prefiere quedarse con los buenos momentos: «Lo más bonito fueron los años en el Atlético de Madrid. Venía de la cantera, estaba entre los capitanes y ganamos títulos después de décadas sin conseguirlo. Echo de menos sobre todo la sensación de defender el sentimiento de una afición, la adrenalina, la tensión y emoción de salir al campo a competir».

«No me arrepiento de irme a Alemania porque conocí otra cultura y otro fútbol, pero si me hubiese pillado ahora, no me habría ido del Atlético. Con 21 o 22 años eres impulsivo, y aunque jugaba bastante por las rotaciones o de lateral izquierdo, no veía un sitio en el once con Miranda y Godín de centrales», añade un exfutbolista que, pese a todo, se siente afortunado por su experiencia. «Desde los 12 años, que empecé en el Real Madrid, el esfuerzo mereció la pena por llegar a dónde llegué. La mayoría no lo consiguen. En los malos momentos me habría cambiado por cualquier persona sana con un trabajo normal, pero la lesión me ayudó a valorar más las pequeñas cosas. Hoy me siento afortunado de hacer vida normal y deporte, aunque no sea en la alta competición».