El covid-19 también nos quitó las asambleas

José Manuel Matos Sobrino

DEPORTES

BASILIO BELLO

29 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Igual que los seguidores del Dépor quedan en las cafeterías de las inmediaciones de Riazor para tomar una caña antes del partido, o los que salen en bici comparten un Aquarius o una Coca-Cola al terminar su ruta, los cazadores y las cazadoras tienen su cita anual en las asambleas de sus respectivas sociedades de caza. Estas constituyen ese punto de encuentro social que, para los amantes de la práctica cinegética, supone el pistoletazo de salida de una nueva temporada. La convocatoria de la asamblea anual (que es de las poquísimas cosas que todavía se reciben por correo postal) viene a ser —como el anuncio de El Corte Inglés en primavera o el de Freixenet en Navidad— el recordatorio de que hay que revisar la documentación por si algún permiso estuviese caducado; seguramente visitar la armería y la tienda de ropa deportiva; para algunos y algunas incluso marca el momento de cambiar el tipo de alimentación de los perros... pero este año hasta eso nos quitó el dichoso coronavirus.

La declaración del primer estado de alarma también truncó estos encuentros. Algunas reuniones —muy pocas— sí llegaron a celebrarse coincidiendo con esa especie de tregua que nos dio el virus a principios del verano que tampoco hubo; pero la inmensa mayoría de tecores optaron, con acertado criterio, por prorrogar los acuerdos de la pasada temporada de caza. Seguramente, las limitaciones en cuanto a días de caza, cupos de capturas... que las sociedades de caza imponen a sus socios serían las mismas, pues las expectativas primaverales eran bastante más halagüeñas de lo que se ha visto en el monte a lo largo de estas dos semanas, pero a ellas y a ellos les hubiese gustado poder decidir.

Y tal es así que para culminar este annus horribilis el comentario general entre el colectivo es el declive de las poblaciones de conejo. La escasez generalizada en estas primeras jornadas de caza —precisamente, cuando más levantes tendría que haber— está generando tal sensación de desaliento que varias sociedades de caza están planteando a través de sus grupos de WhatsApp el cierre voluntario (al no ser acordado en asamblea tampoco puede ser obligado) de la temporada.

En fin… un año para olvidar.