Javier Gutiérrez: «Añoro el fútbol del pitillo en el vestuario»

DEPORTES

El actor ferrolano recuerda que se escapaba de su casa en el barrio ferrolano de Caranza para ver los entrenamientos del Racing

19 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Nacido en Luarca hace 49 años, siendo todavía bebé se mudó a Ferrol, en donde echaría raíces en el barrio de Caranza. Allí estudió, jugó al fútbol y recibió sus primeros castigos por escaparse de casa. «Era por un buen fin: ir a ver los entrenamientos del Racing», bromea. Décadas después mantiene esa pasión por el club de fútbol verde, sin cuyo resultado no es capaz de irse a dormir cuando juega. Pero también conserva esa añoranza del pasado. De otro fútbol. De aquel en el que los bigotes se imponían a la gomina. El del «café negro y el pitillo en el vestuario durante los descansos». El de los extremos livianos capaces de levantar una grada con sus carreras y regates. Y el de los rudos centrales que, a su vez, levantaban a esos habilidosos jugadores varios centímetros por encima del césped.

-¿Qué tal ve a su Racing?

-Hemos empezado muy mal, perdiendo con un tercera en la Copa federación. Pero confío mucho en Larraz, el entrenador. Es muy capaz. Muy trabajador. Y también confío al máximo en Pepe Criado [el presidente] y las ganas que tiene de colocar al Racing donde quiere. La Segunda B es siempre un pozo del que es muy complicado salir. Ahora más. Y el grupo no es nada fácil. Pero confío. Lo que sí, voy a echar de menos a Pablo Rey. No voy a ser categórico diciendo que no renovarle fue un error. Pero dio muchas tardes de gloria y... Creo que podía seguir aportando cosas.

-¿Le pone jugar contra el Dépor?

-Muchísimo (se ríe). Aunque también he de decirle que me da pena que esté en Segunda B. Es un club del que me sentí muy orgulloso. Y no merece haber caído como cayó. Ha sido lamentable. Con este caso han quedado al descubierto las cloacas del fútbol español. Le hicieron un juego muy sucio. Muy zafio. Pero confío en que vuelva. Y no a Segunda, sino a Primera.

-¿Celta o Dépor?

-Ahí no me va a pillar. Racing, Racing y Racing.

-¿No simpatiza con ningún club más?

-A ver, simpatizar sí. Ya le dije que el Dépor me hizo disfrutar mucho. Pero aparte del Racing puede decirse que soy aficionado del Barça.

-¿De dónde le viene lo del Barcelona?

-De niño me regalaron una camiseta con el número 8 de Rexach. Yo no sabía ni quién era. Pero luego lo vi jugar y, como tenía su camiseta, me hice fan suyo. Y, al final, el que me enamoró fue Cruyff.

-Empezamos con la nostalgia.

-Es que yo no me identifico con el fútbol de ahora. Bueno, si voy a ver al Racing sí. De hecho, siempre que puedo lo sigo. Tanto cuando juega por aquí, por Madrid, como cuando puedo desplazarme para verlo en casa. Y, nunca me voy para la cama, sin saber cómo quedó. Sufro cuando pierde y me ilusiono cuando gana. Luego me encanta ir a A Malata y sentir el olor a hierba cortada que te permiten respirar los campos así, pequeños. Pero, al margen de eso, mi fútbol no es este de salón, en el que los jugadores están más pendientes de los kilos de gomina que se van a echar en el pelo, de la marca de las botas o de las medias, que de sudar la camiseta. Son mercenarios con unos contratos buenísimos y más atención a su mundo que al fútbol. Yo echo muchísimo el fútbol de antes. La presión que había en campos como Atotxa. Me identifico con extremos rápidos y habilidosos, como el Lobo Carrasco. Esta figura ha desaparecido. Y, aunque yo jugaba de extremo y recibía, también me identifico con esos defensas que te barrían de una entrada, que podían llegar a lesionarte. Echo de menos el fútbol del pitillo, del café negro en los vestuarios en el descanso y el de Johan Cruyff.

-Ya que se confiesa culé, ¿Messi o Maradona? Pero no en el Barcelona, sino en conjunto.

-No es que me considere de la iglesia maradoniana, pero, sin duda Maradona. Era un espectáculo. Ya solo verlo entrenar. Hay un vídeo en Youtube de un calentamiento suyo con el Nápoles. Es que valía la pena pagar solo por ver en directo ese momento previo al partido. Maradona hizo campeón a un Nápoles muy ramplón que no había conseguido nada hasta ese momento.

-Ahora hay una mayor protección a las estrellas.

-Sí. Y no me parece mal, claro. Pero aun estando más protegidos hacen menos que antes. Hoy pueden pasar 40 minutos de un partido sin que suceda nada. Antes, siempre pasaba algo. Aquello que decía Juanito de asustar. Que en los primeros minutos había que chutar dos o tres veces a puerta. Daba igual que el balón no entrara si iba fuerte y hacía ruido al estrellarse en la chapa de publicidad. Había que acojonar al rival. Ahora, el partido depende de que la estrella de turno, llámese Messi, Hazard, Cristiano Ronaldo... tenga un buen día.

-¿Qué piensa un amante del fútbol de antaño de la introducción del VAR?

-Pues que los errores cabrean más. Yo prefiero que me hurten un gol sin VAR. Porque si lo hacen después de ver la imagen repetida varias veces... Mira lo que le pasó el año pasado al Leganés, que le escamotearon un penalti frente al Madrid en la última jornada. Era clarísimo. Y si lo hubiese metido, se habría salvado.

«La primera vez que vi a Ronaldinho en el campo me llamó la atención el culo que tenía. Parecía un trolebús»

-¿Algún partido que lo marcara?

-Recuerdo dos. Un descenso en A Malata. Bajamos a Segunda B porque, aunque le ganamos 1-0 al Castellón, el Celta, que no se jugaba nada, perdió con el Alavés 2-3. Si el Celta hubiera empatado, nos habríamos salvado. La desazón con la que viví aquel partido junto a Isidro Silveira. Guardo muy buen recuerdo de él. Gran presidente. El otro duelo que me marcó fue la primera vez que vi al Barça en el Camp Nou. ¡Qué campo! Jugaba Ronaldinho cuando era Ronaldinho. Me llamó la atención el culo que tenía. Era como un trolebús. Pero, aun así, me pareció un tío exquisito. Y siempre sonriendo, con esos dientes que tiene (se ríe). Pero en el campo se le notaba que disfrutaba. Y eso hoy en día es cada vez más difícil de ver. Hay una cosa egocéntrica en muchos futbolistas que me molesta. Se ha perdido todo el amor a los colores. Por ejemplo, Messi. Le dio mucho al Barça, pero tampoco puede olvidar lo que el club hizo por él. Puedes llevarte muy mal con la directiva, pero irte enviando un burofax no es manera. Faltó respeto.

-Volvemos a los tiempos de antes.

-Pues sí, porque ahora hay un negocio alrededor del fútbol que no me gusta. Y el trato privilegiado que reciben algunas estrellas. ¿Alguien puede imaginar que cualquier persona que debiera lo que debe Neymar al fisco no estaría ya en la cárcel? Por menos, a cualquier españolito le habrían embargado sus cuentas. Toda eso que hay alrededor de algunos jugadores no me gusta. Yo soy más de gente como el Rayo.

-¿Del Rayo?

-(Se ríe). Sí. Soy culé, pero me gusta ir a ver al Rayo. Desde que hice de inspector Manuel Márquez en Estoy vivo. El personaje era muy rayista. Y por eso anduve mucho por Vallecas y vi al Rayo. Luego, un día fui al palco y al vestuario con dos de los chicos de Campeones. Se estaban jugando el ascenso y ganaron aquel partido. Al final, la cerveza corría en el vestuario. Qué tipos más auténticos. No me imagino así a los del Madrid.