España - Suiza, suplicio de carácter oficial

DEPORTES

Rodrigo Jiménez | EFE

11 oct 2020 . Actualizado a las 14:58 h.

Calculo que en España habrá unas 40 personas que entiendan, sin tener que consultarlo, cómo funciona el sistema de competición de la Liga de las Naciones. De ellos, el porcentaje al que le interesa se reduce drásticamente. El informe de balance que debería estar sobre la mesa del presidente de la UEFA cuando este campeonato termine —sea cuando sea— no debería pasar de tres palabras: «No ha colado». Aunque al amistoso lo vistas de seda, en pachanga se queda. Nadie pedirá un día libre al jefe para no perderse la final.

Hay que estar muy necesitado de fútbol —o de planes— para soportar el España-Suiza íntegro. Por fútbol, por la emoción que brinda esta apasionante Liga de las Naciones, los audímetros deberían estar tan vacíos como Valdebebas. Desde el gremio periodístico, agradecerle a Canales que pisando el área pequeña en el minuto 94 y con todo para reventar a Sommer, optase por un pase. Un gol hubiese sido una tragedia, retrasando las crónicas, alargado la jornada de los periodistas y la espera de los lectores. La causa no merecía la pena. España marcó un gol porque el portero suizo se vino arriba. Poco más. Un buen caño de Merino, otro caño bonito de Busquets, un plano hipnótico del armario de ébano que es Adama Traoré regateando y chequear que Seferovic sigue siendo el delantero de Suiza. Es el Nuno Gomes o el Pauleta de su país. Con esos cuatro comentarios, Juan Carlos Rivero podría haber dado carpetazo. Sin embargo, tras 94 minutos, lo que hizo fue amenazar con Míchel en el postpartido.