El «secreto» desvelado del aceite corporal en la camiseta de Adama Traoré

L. Balado

DEPORTES

DPA vía Europa Press

El extremo cuenta el motivo de su modus operandi tras su explosivo debut con la selección española de un Luis Enrique al que agradece la confianza que ha depositado en él

08 oct 2020 . Actualizado a las 21:45 h.

Un amistoso que acaba con un 0-0 lo normal es que no merezca demasiada atención. Sin embargo, el debut de Adama Traoré (Hospitalet de Llobregat, 1996) con la selección hace valer la pena la inversión en tinta. El jugador catalán y de ascendencia maliense es un auténtico espectáculo. Su presencia sobre el verde es casi una incongruencia. Su físico recuerda más al de un luchador de wrestling que al de un futbolista. Más en un equipo que alcanzó sus mayores éxitos apostando por un grupo de jugadores de baja estatura y apariencia más bien enclenque.

Entre las ruinas de aquel modelo surge el extremo del Wolverhampton. El epítome de que, en el fútbol, el físico es ahora el rey. Ante Portugal, se demostró que esta anomalía en el ADN de España puede cuajar. Su verticalidad, potencia y explosividad representan un arma nueva para Luis Enrique

Cuando Adama asomó la cabeza en Segunda como jugador del Barça B, pesaba 71 kilos. Siete años después pesa 82 y es todo músculo. Y sin hacer pesas, presume: «Alimentación, descanso y beber mucha agua».

El atacante ha experimentado una espectacular evolución. Las comparaciones con sus primeras fotografías con la selección sub-16 son escandalosas. Entonces era rápido y hábil, pero más bien fino. Hoy la camiseta se le queda pequeña. Una transformación que no eligió, sino que se vio abocado ante la necesidad de fortalecer sus músculos ante una serie de lesiones en la rodilla y en el pubis. Su cuerpo no soportaba el impacto de sus frenadas, así que comenzó a trabajar su cuerpo para hacerlo más resistente.

Pero su historia en la élite comienza con el Tata Martino, que le hizo debutar con el primer equipo azulgrana con 17 años. En el ejercicio siguiente, Luis Enrique le siguió dando horas de vuelo, pero ahí cerró su etapa culé. Le fichó el Aston Villa. Al año siguiente partió rumbo al Middlesbrough de Karanka y los Wolves le ficharon por 20 millones en el verano del 2018. Desde entonces acumula 95 partidos con el club.

No esconde que hace mucho trabajo físico, pero que es su genética, según dice, la que le hace ganar volumen muy rápido. Su exagerada corpulencia llegó a ser un problema y provocó hábitos que aún persisten. Los masajistas le rocían con aceite antes de los partidos para que los rivales no puedan agarrarle y así evitar lesiones. «Lo del aceite era un secreto por un problema de hombro y las faltas que me hacen, pero ahora ya lo sabe todo el mundo», lamentó. Evidentemente, el atacante no pasa desapercibido y su abultada presencia le convierte en centro de atención de los rivales. «Es bueno que me marquen varios porque eso significa que hay gente libre y la selección puede sacar provecho», reconoce un jugador que se mueve con una máxima ambiciosa e inconformista: «Un día como el anterior para mí es una pérdida de tiempo».