El diferente reto de Nadal en París

fernando rey tapias

DEPORTES

VINCENT KESSLER

La burbuja de los jugadores, las nuevas bolas y el tiempo dificultan al español

27 sep 2020 . Actualizado a las 09:48 h.

Ni lo que sucedió en París en mayo del 68 había conseguido incidir en las fechas de la celebración de Roland Garros. La pandemia que nos asola lo ha conseguido. A diferencia de Wimbledon, que decidió suspender la edición de este año, París mantiene el torneo, pero en unas condiciones muy especiales desde hoy (Eurosport).

LOS CONDICIONANTES

El tiempo

Siempre se comenta que el clima de la capital francesa es el secreto mejor guardado de los parisinos, ya que es mucho peor y lluvioso de lo que la gente cree. Pero hay una gran diferencia en la meteorología, de jugar en mayo, a celebrarlo en pleno otoño.

La burbuja

A la ausencia de público, (solo se permite la presencia de 1.000 personas diarias), las medidas de tener a todos los participantes en una burbuja, que solo les permite vivir entre las pistas y el hotel oficial, son condicionantes que los jugadores han de vivir mientras dure el torneo.

El cambio de pelotas

A todo ello, se une que la organización ha cambiado este año la marca de las pelotas con la que se jugaba el torneo, lo que está provocando las quejas de varios jugadores. También Rafa Nadal, que las considera demasiado pesadas e inadecuadas para las temperaturas en las que se va a desarrollar la competición. A Rafa le gusta el calor, que las pelotas estén muy vivas y así sus efectos hacen que al rebotar en el suelo, suban mucho y sean muy incómodas para los contrarios. Hasta ahora, en la Phillippe Chatrier, en mayo y con las Babolat, Rafa se encontraba muy cómodo. Este año todo va a ser distinto, con las Wilson y la diferencia de temperatura.

LOS HÁBITOS

Desaparecen las rutinas del eterno campeón

No solo serán las pelotas y el tiempo los factores que deberá superar Nadal para jugar su mejor tenis y tener la increíble posibilidad de ganar su 13.º Roland Garros. Para una persona tan metódica como él, que desde su primer año ha mantenido los hábitos de vivir en el mismo hotel, cenar con su equipo en el mismo restaurante... Las exigencias de la burbuja sanitaria le obligan a ir al hotel de la organización, prescindir de las cenas con su grupo —un núcleo tan unido desde el inicio de su carrera—, que no le acompañará en su palco como era habitual en las grandes citas. Solo Carlos Moyá como entrenador, y su fisio Rafa Maymó dispondrán de la acreditación necesaria, y Carlos Costa la tendrá en la sección de agentes. Si los condicionantes afectan a todos —participantes y público—, es indudable que Rafa, el principal protagonista del torneo, será de los más perjudicados.

enemigos del mallorquín

La rivalidad creciente con Djokovic por temas extradeportivos

Ya en la pista, Rafa tiene como principal rival para el título a Djokovic. El serbio es el contrario más difícil de superar. Además, existe una gran rivalidad entre ellos. Una distancia acrecentada por las diferencias por la creación de la nueva asociación de jugadores por parte del serbio (sin la participación de Federer y Rafa), y las declaraciones del español sobre el autocontrol necesario en la pista, en alusión a la descalificación de Djokovic en Nueva York. Además, Nadal y Djokovic, junto a Federer, mantienen una carrera para conseguir el mayor número de grand slams. Motivos, en definitiva, para que todos, organización y aficionados, sueñen con una final entre ambos como el mejor broche a esta especial edición.

Thiem emerge como un valor aún más seguro, pero surgen más amenazas

Antes de la final soñada, tanto Rafa como Nole han de superar a fuertes rivales. El más peligroso es Dominic Thiem, que en las cuatro últimas ediciones de Roland Garros alcanzó dos semifinales y dos finales. El austriaco está en plena forma, como demostró ganando en Nueva York, y habrá que comprobar cómo maneja la presión de sentirse tan favorito como Nole o Rafa. Nadal y Thiem se enfrentarían en unas hipotéticas semifinales. El cuadro de Rafa no parece complicado en las dos primeras rondas; en la tercera, vería a Evans o a un Nishicori en horas bajas; en la octavos, presumiblemente jugaría frente a Fognini o Isner; y de alcanzar los cuartos, Zverev, De Miñaur o Goffin serían la terna de la que saldría su antepenúltimo obstáculo.

El cuadro de Djokovic tampoco parece complicado al principio. Lo normal es que se encuentre a Khachanov en octavos, en cuartos a Pospisil, Berrettini, Carreño o Bautista, y en la semifinal al vencedor de serios aspirantes como Medvedev, Rublev, Shapovalov, Dimitrov o Tsitsipas, si recupera la forma.

Tampoco hay que olvidarse de Diego Schwartzman. En gran forma, tiene un duro enfrentamiento en primera ronda ante el joven serbio Kecmanovic y, si mantiene el nivel de Roma, habrá que contar con él. También hay que reseñar el enfrentamiento en el arranque de dos jugadores de la categoría de Wawrinka y Murray, ambos ganadores de grand slams. Un partido que hace unos años podría ser la final de cualquier torneo. Como curiosidad, compiten este año el hijo del checo Petr Korda, finalista en el 92, y el hijo de Andrés Gómez, vencedor hace treinta años.

EL CAMPEONATO FEMENINO

Desaparecen las rutinas del eterno campeón

Los pronósticos en la prueba femenina son en los últimos años realmente complicados por la igualdad y los altibajos de las jugadoras. Ausente Barthy, Simona Halep cuenta con muchas posibilidades, pero hay un grupo amplio de jugadoras que podrían conseguir el título. Entre ellas, Garbiñe Muguruza, que de la mano de Conchita Martínez parece más centrada. Si logra recuperar regularidad y autoconfianza, puede volver a la élite; y París es una gran oportunidad para ello.

En resumen, un Roland Garros que no escapa a la excepcional forma de vida y a la incertidumbre que la pandemia está provocando en todos los ámbitos de la sociedad. Esperemos disfrutar como televidentes del torneo, que puede suponer otro record histórico de Nadal, y sobre todo, que en el 2021 vuelva a disputarse con normalidad. Sería una gran noticia para todos.