No solo se sufre en el pelotón

DEPORTES

Christophe Petit-Tesson / Pool | EFE

31 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

De tres a seis, el móvil echa humo. El zumbar constante debería haber sido en julio, pero este año toca a finales de agosto-principios de septiembre. Tantos meses esperando para ver el Tour que casi no recordábamos hasta qué punto tan profundo odiamos el Tour.

Este año no ha dado tregua y ya lo odiamos desde el primer día. En el prólogo de Niza (prólogo de 156 kilómetros) se cayó la mitad del pelotón y empezó la sangría telefónica —no la del Movistar, que ya bastante tienen—. Ruge el Whatsapp, Twitter atruena.

Desempolvábamos nuestro asco al pinganillo, a los potenciómetros y al Ineos. Bilis que pronto queda en un segundo plano por el asco emergente que provoca el Jumbo-Visma y Tony Martin mandando parar al pelotón y privándonos de espectáculo. Amador es un gafe. Pinot es un pupas. A ver cuánto tarda Landa en caerse. ¿Pero Aru sigue vivo?

El Astana anima la carrera, pasa de pactos conservadores, nos da la vida y Miguel Ángel López se estampa contra una señal. «Es que es malísimo», y le recuerdas sus palabras llamando «los estúpidos de siempre» a los de Unzué cuando un ataque suyo coincidió con una caída del colombiano. No te caigas y ya está. En esta escalada de odio, únicamente padece a tu mismo nivel Carlos de Andrés. El hater que la audiencia merecía y al que Perico Delgado trata de calmar. «No somos monos de feria que tengamos que caernos para ver espectáculo», escribe Iván García Cortina en Twitter. Recibe su ración de odio.

«No os veía tan activos en el campeonato de España», escribe uno. Y tiene razón. Por eso el Tour es el Tour. Porque si te gusta este deporte no puedes dejar de verlo aunque nadie te vaya a sacar de lo que ya sabes. Que el Giro es cien mil veces mejor carrera que esto.