Otra vuelta de tuerca de Iván Raña a los 41 años

DEPORTES

SANDRA ALONSO

Sin competir desde febrero, el de Ordes disputa en Pontevedra el nacional de distancia esprint

22 ago 2020 . Actualizado a las 10:10 h.

Iván Raña empezó el confinamiento como ironman y salió dispuesto a correr distancias de velocista. Se enclaustró en Lanzarote siguiendo las pautas que le enviaba por correo electrónico el gurú Luc Van Lierde y salió del encierro escuchando los consejos del entrenador de su niñez, César Varela. Y volvió a ver el sol, a los 41 años, convencido de que en las piernas encontraba ritmos que no sentía desde los 25. Mañana afronta el Campeonato de España de triatlón esprint (750 metros a nado, 20 kilómetros en bici y otros cinco a pie), una distancia incómoda para alguien de su edad, con tendencia a la resistencia, pero que encaja con el entusiasmo contagioso de siempre. Una prueba transformada a última hora en formato contrarreloj. ¿Metas? «Estoy ilusionado, pero ya veremos. Me he puesto objetivos guapos, pero son para mí y no los quiero compartir con nadie. He conseguido estimularme como antes al entrenar».

En febrero, Raña terminó vigésimo en el ironman 70.3 de Dubái, sin saber que entonces empezaba a detenerse el tiempo para él. Volvió a su otra casa, en el complejo de Sands Beach de Lanzarote, y se quedó más de tres meses. Por la mañana entrenaba, por la tarde ayudaba en tareas de mantenimiento del hotel junto a su amigo el director del complejo, Juan Carlos Albuixech. Rutinas que le distraían más que las videollamadas.

A medida que pasaron las semanas, el mundo iba cambiando, el deporte iba desapareciendo del calendario, hasta borrar las pruebas de ironman casi a un año vista. El Campeonato de España de triatlón esprint, en Pontevedra, por su particular formato, se mantenía, y era un buen lugar para su reaparición. El nuevo camino, como veterano en un mundo dominado por veinteañeros, lo emprende con otra vuelta de tuerca a su filosofía de vida. «No creo que los chavales a los que me enfrento sean más explosivos que yo. Cuando competía en distancia olímpica (1,5 kilómetros a nado, 40 en bici y 10 a pie) tenía esa chispa. Eso está dentro del cuerpo, que tiene una memoria. Estoy muy contento y sorprendido con los entrenamientos que hice, casi como a los 25. Claro que llevaba desde el 2012 haciendo otro tipo de sesiones. Con más tiempo para adaptarme, estaría más rápido, pero las ganas de competir de nuevo hacen despertar el cuerpo de otra manera», razona Raña.

De las salidas interminables, a las series más cortas. «Esto me ha despertado de nuevo un poco. Los ritmos altos, los esprints... No creo que mi edad biológica sean los 41 años», sostiene, 18 después de su título mundial de distancia olímpica en Cancún.

Su siguiente cita será el nacional de esa misma modalidad, el 5 de septiembre en Banyoles. Después, la incertidumbre. «No habrá pruebas de media o larga distancia hasta final de año». Su filosofía de ir año a año entra ahora en una visión aún más presentista: «El ironman de Hawái, el de este 2020, iba a ser en febrero del 2021.... En el confinamiento aprendí a aprovechar cada momento al 100%. En eso sigo. No corro para nadie más que para mí».

La misma ciudad donde abrió en el 2012 una de las mejores etapas de su vida

Pontevedra, la ciudad a la que vuelve mañana, forma parte del mapa de sensaciones singulares de Iván Raña. Empezó el 2012 con la mente en los Juegos de Londres, para los que tenía la plaza encarrilada, y lo cerró convertido en un ironman, pero en medio se reencontró consigo mismo junto al Lérez. Allí dejó atrás aquel verano semanas de incertidumbre por una fisura en el metatarso, y un segundo puesto viendo solo la espalda de Fernando Alarza -favorito mañana- le dio un impulso. «Luego acabé octavo en la final del Mundial en Auckland, a las dos semanas gané el medio ironman 70.3 de Lanzarote y poco después gané también el ironman de Cozumel. En aquella carrera en Pontevedra empecé unos de los mejores meses de mi vida, pasando de lo peor a lo mejor», recuerda Raña.