Destaca la creciente conflictividad del deporte, que demanda más juristas especializados
03 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Es la hora de la pausa mañanera y Rafael Alonso Martínez (A Coruña, 1974) hace un descanso en su bufete para atender a La Voz. Esta vez no es para pedirle que escriba un artículo de opinión sobre algún tema de actualidad. La intención es que hable de sí mismo. Que cuenta la película de su vida deportiva, ligada al derecho en las últimas dos décadas como asesor, abogado y juez de competición en múltiples deportes. «Hoy me tomo el café contigo», anticipa.
-¿Cómo empezó todo?
-Surgió durante la carrera. Era el tercer curso y en la asignatura de Derecho Administrativo, que es la otra rama a la que me dedico, había la posibilidad de tener una materia opcional que podía ser urbanismo, medioambiente o deportivo. Yo no sabía que existía el derecho deportivo hasta ese momento y, como me encanta el deporte, pues quise probar a ver de qué iba. Mi profesor fue Gonzalo Barrio, que es ahora miembro del Comité Galego de Xustiza Deportiva; me encantó y ya empecé a interesarme sobre esa vertiente, a meterme en el mundillo y a leer mucho. Me especialicé por puro placer y luego tuve la suerte de dedicarme a ello.
-¿Se acuerda de su primer caso?
-[Pufff]. No estoy seguro, pero lo más probable es que fuera alguno relacionado con el derecho de retención de los niños futbolistas cuando querían cambiar de club y no les dejaban por la normativa federativa.
-Menudo lío aquel, pero es que el deporte tiene una gran capacidad para generar conflictos.
-Por mi experiencia yo lo que veo es que cada año más. La conflictividad en el deporte no para de crecer y cada vez se necesitan más y más juristas especializados. Tanto abogados como personas que tienen que resolver los expedientes, arbitrajes... etc.
-¿Más conflictos en el deporte amateur que profesional?
-Bueno.... Es que se me han dado casos en el deporte aficionado de clientes que hacen de la reclamación un tema de a vida o muerte. Asuntos que desde fuera a una tercera persona le puedan parecer que carecen de importancia, empeñan tiempo y dinero en algo que para ellos es su pasión y es importantísimo en su vida.
-Trabaja para muchos deportes... ¿Cuál es el más conflictivo?
- Pues curiosamente uno de los que más casos he tenido es el tiro con arco.
-¿Y eso?
-No sé, siempre he tenido muchos y además de toda España. No sé por qué, pero hay muchísima conflictividad. Y fíjese que en proporción no tiene tantos practicantes como otros. Es curioso. Muchos de los casos no son relacionados con la competición en sí, sino que es conflictividad interna: un club que expulsa a sus socios, problemas entre entidad y federación... Y muchos más fuera de Galicia que aquí. Luego fútbol y baloncesto también tienen muchos casos, pero claro, también mueven mucha gente; y en el pádel no había mucha, pero cada vez va habiendo más porque la liga también está creciendo mucho.
-¿Los abogados deportivos son los nuevos ‘messis'? Pueden dar puntos, salvar categorías o dar títulos.
-Totalmente. Un buen abogado deportivo da puntos. Te puede dar en el despacho el mismo rendimiento que un buen jugador. Es una verdad como un templo. Cada vez es más decisivo tener un buen asesoramiento.
-Pero el sueldo no es el mismo.
-[Risas] Bueno, a lo largo de una temporada ellos son más regulares.
-Juez de Competición. Otra profesión de moda, que incluso se está convirtiendo en trabajo de riesgo.
-Sí, sí... Yo he sido y lo soy en muchos deportes y también miembro de comités. Es una labor muy difícil. Y a veces sometidos a demasiada presión. Es un cometido complicado. Profesión de riesgo por suerte creo que todavía no, pero conlleva muchísima responsabilidad.
-En esa situación, me imagino que las partes interesadas intentarán influir sobre usted.
- Sí, pero para ser un buen juez de competición hay que dejar clara la independencia de uno. Poner fronteras y advertir que todo lo que se le quiera decir tiene que ser por escrito y ya se resolverá. Nada de reuniones ni por un lado ni por el otro. Si no, es imposible llevar el cometido debidamente. En el fútbol profesional, que yo he sido Instructor en temas candentes de Primera División, sí que es más difícil abstraerte a la presión mediática. Pero es como todo, si uno se acostumbra a escuchar sin que le afecte, pues será capaz de llevar su cometido con imparcialidad.
-Hablando de escritos. Se habrá encontrado de todo...
-[Sonríe]. Cuando estamos en el comité siempre decimos que tenemos que escribir un libro de las mejores anécdotas. Hay cosas muy graciosas que aparecen de repente como aquellos árbitros que ponían siempre en el acta que un jugador se había lesionado en un trance. Y claro, nos imaginábamos al jugador levitando [se ríe]. Y luego hay verdaderas fantasías a la hora de alegar. «Es que este jugador fue expulsado pero fue porque el rival ‘turroulle do pene'. Simplemente quiso liberarse de esa incómoda sensación» [vuelve a sonreír]. Son cosas muy graciosas que dan para hacer una recopilación.
EN CORTO
El jurista del despacho Alonso Martínez se reconoce como un hombre ocupado, pero confiesa que no le importa porque es lo que le apasiona.
-¿Para cuándo el libro de anécdotas que comentaba?
-Siempre lo decimos y nunca lo hacemos. Pero sería digno de ser escrito.
-¿Se considera un hombre ocupado?
-La verdad es que sí... Pero tengo al suerte de dedicarme a algo que me gusta.
-¿Vino o cerveza?
-Vino tinto.
-¿Cuál es el último libro que ha leído?
-Estudios de derecho deportivo. Es un libro que hemos hecho entre 40 expertos en derecho deportivo en homenaje a Bermejo Vega, presidente de honor de la Asociación de Derecho Deportivo, que falleció hace poco.
-¿Cuántos horas le dedica a la lectura?
-Es constante. Hoy en día con el móvil estás leyendo constantemente artículos. No llevo la cuenta, pero mucho.
-¿La última película que ha visto?
-Parásitos.
-¿La última serie?
-Estoy viendo La Maravillosa Señora Maisel. Una mujer divorciada que se mete a monologuista en la América de los años 50.
-¿Un lugar para irse de vacaciones?
-Todo Portugal, en general, y las Rías Baixas.
-¿Cómo se ve dentro de veinte años?
-Muy parecido a ahora. No cambiará mi vida mucho. Tendré 66, estaré más gordo, más lento, pero seguramente haciendo lo mismo.