Eduardo Saavedra, portero y capitán del Pescados Rubén Burela: «Siempre quise ser como mi padre»

DEPORTES

Con 17 años pasó de jugar maratones a debutar en la élite, y 23 temporadas después es «el abuelo» de Primera

20 jul 2020 . Actualizado a las 18:02 h.

En la cancha es un competidor nato que encadena veintitrés temporadas consecutivas evitando goles en la élite del fútbol sala español. Pero fuera de ella es un hombre familiar que escogió ser portero para emular a su padre y centra la mayoría de sus esfuerzos en educar a su hijo y divertirse con él. Para completar la saga, Eduardo Saavedra Cebreiro, Edu (Narón, 1979), tiene el honor de ser el abuelo de Primera División tras una larga y exitosa carrera que ha dejado huella en O Parrulo Ferrol, Muebles Caloto, Celta, Oxipharma Granada y, sobre todo, en un Pescados Rubén Burela al que capitanea y en cuyas filas seguirá como mínimo hasta que cumpla 42 años en el próximo mes de junio. El arquero naronés se siente uno más en el pueblo mariñano que desafía a los gigantes del futbito tras trece campañas de alegrías y tristezas en la nave naranja.

-Compite por el puesto en la portería con el internacional polaco Kaluza, que aún no había nacido cuando usted debutó en Primera. ¿Le hace sentirse viejo?

-Un poco sí (ríe). Siempre les hago la broma a mis compañeros de que puedo ser el padre de unos cuantos.

-Por solo unos meses, pero es más veterano incluso que su entrenador, Juanma Marrube. ¿Eso le da más autoridad?

-No lo creo. En todos los equipos hay un respeto al capitán, pero yo creo que al vestuario le aporto mucha más experiencia que autoridad. Me gusta pensar que es así.

-Y que le llamen el abuelo de La Liga, ¿cómo sienta?

-Lo llevo bien. Jugar a mi edad es un verdadero privilegio, una buena recompensa al trabajo de tantos años en la élite.

-¿Recuerda su primer partido?

-Como si fuera ahora mismo. Fue en el 98. En el descanso perdíamos en A Malata contra el Sol Fuerza Salamanca por uno a cinco, y me dice Pablo Prieto: «Calienta, que vas a salir». Nunca en mi vida me temblaron tanto las piernas... Jugué la segunda parte y ganamos diez a siete.

-Tenía entonces 17 años. ¿Se imaginaba ya una carrera así?

-Nunca. Ni de broma. De un día para otro pasé de jugar torneos con mis amigos en los pueblos a estar en Primera División de fútbol sala.

-¿Cuándo se dio cuenta de que podría vivir del deporte?

-Tras debutar con O Parrulo y empezar a ir seguido a la selección sub-21 con solo 19 años me di cuenta de que a lo mejor sí tenía futuro en esto.

-En 23 años jugando en Primera o Segunda, ¿ha cambiado mucho el fútbol sala?

-Muchísimo. Antes era más espectacular, había más unos contra uno, más goles... Ahora es mucho más físico y prima la defensa. Personalmente me quedo con el de antes.

-¿Y usted ha cambiado mucho a lo largo de todos estos años como profesional?

-Con los años vas ganando experiencia y madurez, pero los cambios de reglas también se me hicieron difíciles. Tuve que irme adaptando.

-Los jugadores marcan goles y los porteros o los reciben o se llevan pelotazos. Parece más duro. ¿Por qué decidió ponerse bajo palos?

-Por mi padre. Era muy buen portero de fútbol sala en sus tiempos. Jugó en equipos potentes de aquella época, como el Xalledín o el Unión Club de Ferrol, y yo siempre iba a verlo. Desde pequeño tenía claro que quería ser portero porque siempre quise ser como mi padre.

-Normalmente hay un rol claro de titular o suplente. ¿Cómo se lleva la competencia en la portería?

-De joven me enfadaba muchísimo conmigo mismo si no jugaba. Con el tiempo aprendí a llevarlo mejor. Ahora entiendo que hay momentos en los que un portero está mejor que el otro y el míster tiene que aprovecharlo por el bien del equipo.

-En toda su carrera, solo pasó un año fuera de Galicia. ¿Es muy morriñento?

-Claro que sí. A terriña tira moito...

-¿Y qué encontró distinto en Burela para llevar ya trece temporadas aquí?

-La marea laranxa y la gente de A Mariña siempre me hicieron sentir muy querido, el club es muy profesional y cuida al máximo a los jugadores, y además mi mujer y mi hijo son de Burela. Aquí me siento en casa.

-¿Ha pensado qué hará cuando se retire?

-Seguiré vinculado al fútbol sala, por supuesto. En el club quieren que siga con ellos y a mí también me encantaría. Me gustaría entrenar a los porteros y ayudar a los jóvenes.

-Pero, ¿cómo lleva los 41? ¿Cuesta más mantenerse en forma?

-Los llevo muy bien. Si hasta cada año pierdo peso, como Palop (se ríe). Y tampoco he sufrido demasiadas lesiones, por suerte, que es lo que más podría notar.

-¿Y la ilusión la mantiene?

-La ilusión está intacta, tengo la misma o más que el primer día. Estoy profundamente enamorado de este deporte. Me motiva mucho seguir disfrutando de Vista Alegre como jugador.

EN CORTO

Edu no tiene ningún reparo en confesar su amor incondicional hacia su familia y el fútbol sala. Son los dos pilares principales de su vida.

-¿Le queda algún sueño por cumplir?

-Retirarme en la pista, delante de la afición del Burela.

-¿Quién es el rival más duro al que se ha enfrentado?

-Lenísio.

-¿Y entre sus compañeros?

-Indiao.

-¿Un entrenador?

-José Venancio.

-¿Una pasión aparte del fútbol sala?

-Jugar con mi hijo.

-¿Tiene alguna manía?

-Seguir la misma rutina cada día de partido.

-¿Podría detallarla?

-Me levanto y trato de estar entretenido toda la mañana sin pensar en el partido. Luego bajo a la carnicería y compro una chuleta de ternera de 300 gramos para comérmela con arroz. Luego me siento en el sofá y trato de visualizar todo lo que puede ocurrir en el partido: la estrategia, los rivales diestros y los zurdos, los dobles penaltis, los mano a mano de otras veces que me haya enfrentado a alguno de ellos... Después preparo la mochila, ¡y a jugar!

-¿Cocina?

-Me encanta.

-¿Cuál es su especialidad?

-La paella y la lasaña me quedan buenísimas.

-¿Cuál es su plato preferido?

-El churrasco, sin duda.

-¿Celta o Dépor?

-Dépor.

-¿Y Barça o Madrid?

-Barça.