Lo primero que hay que tener en cuenta es que se trata de un calendario atípico. Que haya menos carreras provocará un cambio sustancial en el Mundial. Una avería o un accidente tendrán mayor incidencia en la clasificación. También otorga más opciones a pilotos que no las tendrían en una temporada de veintiuna carreras. Será como un campeonato a la antigua. Como en la época de Fangio. Y la fiabilidad tendrá mucho peso.
El hecho de que comience con una doble cita en Austria le dará un plus a Red Bull, aunque Mercedes ha demostrado que sigue un paso por delante de todos y hasta se ha permitido el lujo de presentar el DAS, una innovación tecnológica que no será decisiva, pero que muestra su poderío. Es el equipo a batir, lo ha confirmado con sus ritmos, y afianza la tendencia iniciada en la era híbrida y que no parece que vaya a cambiar hasta 2022, cuando se modifiquen las normas.
Otros actores, como Red Bull, entrarán en acción, dadas las circunstancias (el hecho de que solo se han confirmado las fechas de Europa y son apenas ocho carreras). Ferrari sufrió un problema de diseño en pretemporada y hay que ver cómo ha reaccionado Maranello.
Hay muchas incógnitas, pero lo bonito es que será un Mundial al esprint. Los pilotos tendrán que ser más agresivos y cada punto pesará más. Por ejemplo, a Hamilton le costaba arrancar las temporadas y en la mitad de campeonato mostraba su poderío.
Antes del confinamiento la duda era saber cómo iba a gestionar Ferrari la pareja Vettel-Leclerc, pero lo sucedido durante el confinamiento con Sainz y Ricciardo es realmente atípico, que se conozca ese cambio de asientos antes incluso de empezar la temporada anterior. Por otro lado, Vettel podría desatarse y experimentar esa catarsis que le saque de esa dinámica de errores que le han lastrado estos años.
Racing Point es otro equipo que puede destacar, porque tiene el coche que ha quedado campeón en el pasado Mundial. Yo diría que no sería extraño que quedasen incluso por delante de Ferrari.
@JoseLuisAbadin es piloto gallego de fórmulas