El georgiano, seducido por el premio de 300.000 pesetas, acudió a la invitación. Y le tocó en primera ronda Javier. «Yo tenía 14 años. No era un gran jugador de ajedrez, pero sí bastante guerrero. Un Irureta, muy defensivo y esperando a que el otro se equivoque. Él pensaba que me iba a ganar en media hora», comenta. El maestro, con un cabreo notable según Javier, ganó varias horas después. Su enfado es, 27 años después, «su pequeño orgullo».