¿Qué lección pretenden dar el CSD y el fútbol a nadie?

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso EL TERCER TIEMPO

DEPORTES

Ballesteros | EFE

15 may 2020 . Actualizado a las 09:06 h.

Muy pocas lecciones puede dar la gobernanza del fútbol de élite al resto del deporte, al margen de la maximización de beneficios en una estrategia que por ahora funciona, pero que ha obligado a todo el sector a forzar su regreso a los entrenamientos cuando ni en Madrid ni en Barcelona se puede ni bajar a la calle con normalidad. Porque durante años, durante décadas, han primado las rivalidades, las venganzas, los amiguismos, los politiqueos, el caciquismo y el interés personal por encima del bien común. Ahora que la guerra entre dos de los principales dirigentes deportivos del país se enfría, solo unas semanas antes de que su enfrentamiento terminase rompiendo la máquina de hacer dinero, sobran las sobreactuaciones. La presidenta del CSD, Irente Lozano, comenzó el deshielo con un extraño lugar de encuentro (el Ministerio de Asuntos Exteriores) y un pomposo nombre para definir el elemental entendimiento institucional (Pactos de Viana) entre los jefes de la Federación Española de Fútbol y de la Liga. Ahora Lozano vende como un logro la creación de un código de conducta en la gestión del fútbol que sirva de ejemplo para otros deportes.

¿Pero qué ejemplaridad pueden representar Luis Rubiales (como antes Ángel María Villar), que utilizó la federación para obstruir primero y para acaparar poder luego con una gestión que en poco tiempo ha batido el récord mundial de conflictos, o Javier Tebas, quien puso orden en las deudas y la huida hacia hacia ninguna parte del fútbol pero también forzó sus costuras con una implacable maximización del beneficio? ¿O Lozano, empeñada en ganarse unas fotos en plena pandemia para sacudirse el cartel de recién llegada en un terreno del que poca idea tenía hasta que su nombramiento se estampó en el BOE?

El preámbulo del código de conducta —despachado solo unas horas después de que el sindicato de futbolistas viviese su enésimo escándalo— parecería hace unas semanas una parodia, y ahora resulta una tomadura de pelo. «Este código tiene como objetivo crear dinámicas de colaboración y diálogo constructivo, basado en la honestidad, la resolución amistosa de los conflictos y el respeto mutuo entre los distintos actores del mundo del deporte español. Por otro lado, persigue que este clima de colaboración y respeto sea percibido por la sociedad como enseña del deporte, de modo que sus directivos y gestores constituyan ejemplos inspiradores para la sociedad». Gracias, pero no.