Alfonso Reyes: «Ya estoy en casa, pero aún tengo al bicho dentro. Es rápido y traicionero»

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Estudiantes / Europa Press

Tras dos semanas hospitalizado por coronavirus, el exjugador de baloncesto de la selección española recibió el alta médica, pero sigue aislado

28 mar 2020 . Actualizado a las 20:40 h.

A sus 48 años, los más de doscientos centímetros de altura y ciento diez kilos de peso que lo mantuvieron durante años en la élite del baloncesto no fueron suficientes para evitar que «el hdeputa del bicho», como él se refiere al coronavirus, se colara en su cuerpo. El exbreoganista Alfonso Reyes (Córdoba, 1971) lleva casi tres semanas de lucha diaria. Fiebre. Malestar general. Dolor de cabeza. Insomnio. Hospitalización. Aislamiento... Una situación que ni esa maltrecha espalda que condicionó su aun así brillante carrera profesional le había hecho vivir hasta el momento. Tras casi dos semanas hospitalizado, el exinternacional español ya está en casa, desde donde atiende la llamada de La Voz, pero luchando todavía por derrotar a un bicho que «va a caer como hay Dios», sostiene.

—¿Cómo se encuentra?

—Estar en casa siempre te anima un poco más. Aunque sigo aislado. En una habitación con baño. Me dejan la comida en la puerta, y tengo un balcón al que puedo salir y desde donde puedo comunicarme, con una distancia prudencial, con mi familia. Digamos que me voy acostumbrando.

—¿Cuándo y cómo se da cuenta de que tiene coronavirus? Porque la primera prueba dio negativa.

—Sí. Fue un falso negativo, pero la doctora ya me dijo que eso era coronavirus fijo. El 13 fui a hacérmela, porque llevaba días con fiebre, tos, dolor de cabeza... Al estar la placa bien, regresé a casa, pero un par de días después volví al hospital, la placa dio mal y ya me quedé ingresado. Hasta ayer.

—¿Era consciente de lo que le pasaba?

—Por supuesto. Yo lo tuve claro desde el primer momento. Tantos días con fiebre... Yo que no recuerdo haber tenido una gripe... Y es que esto no es algo más que una gripe. Es algo grave. Está matando mucha gente.

—¿Cómo fueron esos días en el hospital?

—Estuve muy preocupado. Una vez allí, sabes que estás bien atendido y medicado y solo piensas en derrotar al bicho. El control era muy bueno. Pero no dejas de preocuparte. Pasé cinco o seis noches sin dormir o haciéndolo muy poco. Yo soy optimista y siempre pensé que saldría de esta. Pero se me hizo muy duro. Creo que es la mayor prueba que se me ha presentado en la vida. Y espero haber cumplido el cupo.

—¿Ha sufrido más que con esa espalda que tanto dolor le tiene causado?

—Es muy diferente. Porque las lesiones de espalda sabes que vas a salir, por muy dolorosas que sean. Aquí no las tienes todas contigo. Piensas que otros se están muriendo y... Pues claro que da miedo.

—Más allá de la preocupación y la incertidumbre, ¿físicamente como lo vivió su cuerpo?

—Pues lo peor de todo es el dolor de cabeza. Es como una resaca elevada a la enésima potencia. Por lo demás, bueno, normal. He adelgazado ocho kilos. Empecé todo esto pesando 130, así que algo positivo tenía que tener (se ríe).

—¿Cuál ha sido ese arma de defensa que le ha permitido sobrellevar estos días?

—Pues he de reconocer que me ha ayudado muchísimo el ánimo que me han transmitido por redes sociales. Además, claro, la familia, los amigos... Estuvo siempre todo el mundo ahí. Aunque fuera a distancia. Y luego, pues, pensando en no perder el sentido del humor y me imaginaba una gran batalla bélica, en la que mis anticuerpos eran de la mejor calidad para derrotar al virus.

—¿En esa fantasía quiénes eran los anticuerpos y quién el virus?

—Como anticuerpos he llevado a lo más granado de la historia militar. Y al frente, pues el capitán general de los ejércitos, que era mi padre. Desde ahí arriba me ha protegido y sigue luchando por mí. El bicho, pues... Que cada uno se imagine a quién quiera.

—¿Se puede decir que está totalmente curado?

—No. No. Estoy en casa pero aún tengo al hideputa del bicho dentro. Es rápido y traicionero. No se deja derrotar. Tengo que seguir luchando todavía. Pero conmigo no va a poder.

—Entonces, aislado y medicado. A nivel de alimentación, ¿cómo es?

—Sí, sigo con corticoides y antibióticos. Pero en cuanto a alimentación, puedo comer de todo.

—Después de todo lo que ha pasado, cuando usted ya estaba haciendo cuarentena voluntaria antes de enfermar, ¿qué piensa cuando ve que la gente no cumple las normas de protección y sigue saliendo a la calle, desplazándose...?

—Pues que son unos irresponsables y no se dan cuenta del daño que se pueden hacer a sí mismos y a otros que no tienen ninguna culpa. Aún teniendo cuidado, pueden pasar estas cosas, más aún si no se tiene.

—Y a los que se pueden ver ahora o en el futuro en su situación, ¿qué les diría?

—Lo primero, que fueran al médico a tiempo. Si notan fiebre varios días, ese es un síntoma claro. Y luego, pues cada uno somos un mundo, pero que traten de llevarlo de la mejor manera posible y que no pierdan nunca el humor ni la esperanza.