Cuarentenas olímpicas en un balneario y a los pies de un pantano

DEPORTES

Cedida

Natalia García comparte casa con el equipo nacional de kayak en un pueblo de Madrid, y Vallejo y Jácome se quedaron en Laias con el de canoa

24 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La inmensa mayoría de los deportistas gallegos de élite sobrellevan el estado de confinamiento generalizado como buenamente pueden en sus respectivos domicilios. Algunos añaden a la dificultad de intentar mantener el máximo nivel de forma posible dentro de tan estrechas limitaciones el hecho de hacerlo lejos de casa. Es el caso de tres de los piragüistas que venían trabajando con la mente puesta en ganarse el derecho a pelear para España la plaza en alguno de los barcos todavía sin dueño en los cada vez más improbables Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Una, la grovense Natalia García, confinada en una casa del entorno del pantano madrileño de Picadas. Los otros dos, el palista de Poio Sergio Vallejo y la pontevedresa Antía Jácome, pendientes de poder enfilar hacia sus hogares tras quedar varados en el Hotel Balneario Laias Caldaria, en la provincia de Ourense, a donde habían llegado el sábado 14 apenas unas seis horas antes del anuncio del decreto de estado de alarma para una concentración del equipo nacional de canoa Sub-23 en el Centro de Entrenamiento de Remo y Piragüismo de la zona.

Natalia García ha venido compartiendo desde el primer día el confinamiento obligado en la lucha contra el coronavirus COVID-19 con sus cuatro compañeras del equipo nacional de kayak femenino, con sede en la Residencia Blume de Madrid. «El miércoles 11 por la tarde nos dijeron que al día siguiente al mediodía -60 horas antes de que el gobierno central decretara el estado de alarma- todos los residentes de la Blume teníamos que estar fuera de allí», recuerda Natalia. «Fue todo una toma de decisiones muy a prisa», explica. «En ese momento no se sabía que iba a haber un confinamiento, y que no se iba a poder entrenar. Luis -Brasero, el seleccionador- nos buscó una casa a las cinco cerca del pantano de Picadas, pensando que podríamos seguir entrenándonos». De hecho, el equipo trabajó en el agua ese jueves, viernes y sábado. Ahora solo lo puede hacer en el gimnasio en precario que buenamente han podido improvisar.

«Obviamente, podríamos haber tomado la decisión de marcharnos a casa», pero, expone Natalia, dos razones llevaron a sus compañeras y a ella misma a no hacerlo entonces: «Teníamos la esperanza de que, como en otros países, a la gente del equipo español se nos concediese un permiso especial para poder seguir entrenándonos», y por otro lado, «teníamos miedo de poner en riesgo la salud de nuestras familias -Madrid es el principal foco de contagios y fallecidos de España-, y decidimos no volver a casa». Una situación que probablemente cambie a corto plazo, ya con 9 días de confinamiento atrás.

Al contrario que el pontevedrés Adrián Sieiro, en su casa desde el viernes 13, Sergio Vallejo y Antía Jácome decidieron continuar con los planes del cuerpo técnico del equipo nacional de canoa. Ocho palistas y dos entrenadores llegaban a las cinco de la tarde del sábado a Laias con intención de concentrarse allí hasta el selectivo nacional del 22 y 23 de abril antes de su suspensión. Los deportistas han tenido que compartir un remoergómetro y un juego de pesas desde entonces, tirando de desinfectantes y la distancia de seguridad, y supervisados por la doctora del centro de entrenamientos. Vallejo espera que todos puedan retornar a sus casas con un salvoconducto de la Federación Española entre hoy y mañana.