Angeliño: «Nunca pensé acabar de risas con Mou en un partido de Champions»

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ANDREW BOYERS | REUTERS

Cedido por el City en el Leipzig, sobresalió en la eliminatoria ante el Tottenham y ya está en cuartos de final

16 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Su DNI indica que tiene solo 23 años, pero acumula experiencias de futbolista veterano. Partió de Coristanco hacia Mánchester con solo 16 años y, desde entonces, ya ha vivido en Nueva York, Breda, Eindhoven, Palma de Mallorca, Gerona y ahora Leipzig, cedido por el City en el pasado mercado de invierno. Cinco países diferentes. Con costumbres dispares. Un fútbol que en poco se parece de unos lados a otros. Lo ha hecho con la ilusión que concede la juventud, pero con la madurez que atesora un joven gallego, que con su pareja, Rocío, y su pequeño, Ángel, de once meses, ha logrado una estabilidad emocional que también refleja en el campo. Allí, en el verde, acaba de eliminar al Tottenham de Mourinho en los octavos de final de la Champions y pelea por hacer frente al Bayern en la Bundesliga.

—España, Inglaterra, Estados Unidos, Holanda... Y ahora Alemania. Más kilómetros para la mochila.

—Bueno, soy joven y son experiencias que uno va acumulando. No me afecta el viajar. Al contrario. Y aquí, aunque llevo poco tiempo, pues me encuentro muy adaptado. Me han dado mucha confianza de inicio. Entre todos me ayudaron a entrar rápido y las cosas nos están saliendo muy bien, tanto a nivel de equipo, como de forma individual. El único problema es con el idioma, que es muy difícil. Estamos dando clases, pero bueno, de momento aún no hablamos nada. Tenemos traductor, así que eso nos simplifica.

—Ha recalado en el Leipzig, cuyo fútbol va más con su estilo que con el del fútbol alemán.

—Pues podría decirse así. Estoy encantado. Tenemos un juego muy ofensivo. Con mucha posesión. Es cierto que el sistema encaja bastante para mi estilo. Es un fútbol un poco más moderno que el que podemos tener en mente de la Bundesliga. Tenemos un entrenador joven, con nuevas ideas, y un grupo joven. Todo ello hace que seamos un equipo muy atractivo.

—¿Le sorprendió la cesión a última hora?

—No fue así. Era una opción que estaba ahí y que al final fructificó. Era la mejor opción. Espectacular. Perfecta por todo: por el estilo, el equipo, el entrenador, el estadio, la afición... Tardó en hacerse, pero estoy muy feliz.

—Haciendo historia en la Champions y luchando por hacerla en la Bundesliga.

—Lo que logró el equipo metiéndose en cuartos de la Liga de Campeones es increíble. No ya los dos partidos contra el Tottenham, en los que participé, sino ya lo que habían hecho antes de mi llegada, en la fase de clasificación. Este equipo lleva tiempo haciendo cosas muy importantes.

—¿Eliminar a un club como el Tottenham, con Mourinho en el banquillo, cree que le da un valor añadido al éxito de cara al exterior?

—El valor de llegar a cuartos es el mismo. Pero sí que es cierto que la repercusión no. El Tottenham es un histórico del fútbol inglés y el hecho que Mourinho sea su entrenador, pues genera más atención aún. De todos modos, deportivamente, considero que el logro es enorme, fuera en estas circunstancias o en otras.

—Hay una imagen del partido de ida en la que se le ve conversando y riéndose con Mourinho. ¿De dónde viene esa relación?

—No sé si me va a creer, pero era la primera vez que hablaba con él. Es una anécdota más de todo lo que estoy viviendo. Fue en el partido de ida. Hubo un momento que estaba el juego detenido y oigo que me dicen algo, me giro y era Mourinho. Lo primero que me dijo ni se lo entendí. Luego me preguntó si estaba contento en Alemania y que si ya hablaba alemán. Y, claro, me salió de dentro la respuesta: «¡Qué carallo voy a hablar alemán! No hablo un carallo». Él se echó a reír y empezó a hablarme en portugués. Fueron unos segundos, pero me quedaron grabados. Nunca pensé acabar de risas con Mourinho en un partido de Champions (se ríe, recordándolo). No me lo esperaba.

—Hace tiempo que ha dejado de ser un desconocido en Europa. Su nombre suena cada vez con más fuerza. ¿Cómo lo lleva?

—Pues como lo he llevado siempre. Con tranquilidad. Soy consciente de lo que todavía me queda. Estoy muy feliz ahora mismo. Me encuentro a un buen nivel. Pero esto sigue. Los seis meses que estuve en el City me vinieron muy bien. Es cierto que casi no jugué, pero mejoré muchísimo, sin darme cuenta, que lo he notado ahora que he vuelto a jugar.

—¿Qué nota que ha mejorado?

—No sé cómo decirlo, pero en el campo con balón, jugando por dentro, en la toma de decisiones... Creo que soy el mismo que el año pasado en el PSV, con las mismas condiciones, pero mejoradas.

—¿Dónde está el secreto de esa mejoría?

—Eso lo adquirí en los entrenamientos con Guardiola. Allí no me daba cuenta. Pensaba: «Bueno, estoy aquí, pues a pelear, a ver si consigo ir teniendo minutos». Trabajaba como siempre he hecho. Pero ahora veo el resultado. Soy mejor futbolista gracias a sus métodos.

—¿Cómo son esos entrenamientos?

—Pues con balón. Mucho balón. Eso lo resume todo. Muchos rondos, ejercicio de posesión corta, espacios reducidos... Y muchísimo contacto con el balón.

—¿Siente que le pasa el tiempo y sigue sin oportunidades en el City?

—Me marché a Mánchester con 16 años y tengo la espina clavada de no haberme asentado. Pero sigo siendo citizen y no renuncio a hacerme con un sitio allí.

—¿Habló Guardiola con usted antes de la cesión?

—Sí. Me dijo que iba a estar encantado, que era el escenario perfecto para darme a ver otra vez.