Kevin Van Wijk, el jugador más dulce del COB

DEPORTES

Miguel Ángel Iglesias

El capitán del equipo ourensano de LEB Oro compagina el deporte con la repostería

14 mar 2020 . Actualizado a las 18:32 h.

Kevin Van Wijk (Haarlem, Países Bajos, 1989) es el capitán del Club Ourense Baloncesto, con el que compite en la LEB Oro. Lleva siete años jugando en España y concretamente dos en la ciudad de As Burgas. La pasada temporada, como ala-pívot, alcanzó unas cifras de 6,5 puntos y 3,8 rebotes de media en poco más de 23 minutos por partido. Su estilo versátil y su técnica defensiva en la cancha, combinados con su carácter afable y muy cercano, lo han convertido en capitán del COB. «Es como hacer de hermano mayor. Ayudar y motivar», dice. Pero Kevin tiene una cualidad extra que consigue poner de acuerdo a todos sus compañeros: su afición a la repostería. «Me relaja, sobre todo después de un día de mucho estrés en la pista. Y me gusta cocinar tartas para el equipo, siempre hay una buena excusa para llevar una», admite.

Este holandés es un repostero empedernido que descubrió su pasión culinaria durante su etapa universitaria en Estados Unidos, aunque sus primeros contactos con la cocina surgieron mucho antes. «Cuando era niño, me gustaba ver a mi madre cocinar. Ella me iba explicando cada paso que hacía y me dejaba ayudarla con los postres», recuerda. «Ya en EE. UU. decidí aprender a hacerme mi propia comida porque la que servían en restaurantes y cafeterías era malísima», añade. Kevin se lanza en los fogones tanto con dulce como con salado, pero tiene un claro favorito. «Mi amor por la repostería fue de menos a más. Me encanta probar, experimentar e ir mezclando recetas de postres clásicos con nuevos ingredientes. Eso me hace desconectar y me fascina», explica.

De todo ello dan fe los que le rodean. Tanto sus compañeros en el COB como su esposa, Nikki Van Wijk, y su hijo de tres años, Isaiah, se han convertido en unos conejillos de indias encantados con su posición. «Ellos me hacen encargos y así yo sigo mejorando. A mi familia le encanta el dulce y mis compañeros siempre tienen palabras buenas para las tartas que les llevo», cuenta. Bizcochos de limón, de plátano, brownies, tartas de queso con crema de chocolate o pasteles son algunos de los indispensables en los cumpleaños, fiestas y celebraciones a las que acude Kevin. La gran estrella de sus creaciones dulces es su tarta de chocolate: «Me la piden muchísimo. Está compuesta de dos finos bizcochos de chocolate con una gran capa de crema de cacao en el medio. La empecé a hacer hace años y la fui mejorando». Según cuentan, esta tarta está tan rica que hasta lo retan para que la haga. «En pretemporada, durante una dinámica de tiros libres en la que teníamos que meter 10 seguidos, cuando llevaba 6, me retaron a que si los conseguía tenía que llevarles el postre de chocolate para celebrarlo y así fue», dice Kevin entre risas.

Como buen deportista, el capitán del COB tiene muy en cuenta los alimentos que utiliza a la hora de cocinar tartas. «Es cierto que me gusta más hacer dulces que comérmelos. Aunque muchos de ellos llevan azúcar, es cierto que intento incluir otros tipos de endulzantes, frutas y demás ingredientes equilibrados. Sobre todo por Isaiah, todavía es muy pequeño y quiero que se acostumbre a comer de todo y bien», relata. Su gran truco para conseguir este equilibrio sin renunciar al sabor es la jugosidad: «Un bizcocho siempre ha de estar sabroso y eso se consigue si no está seco. Tengo varios secretos para conseguirlo».

Después de sus entrenamientos, se pasa largos ratos leyendo en Internet nuevas recetas para ponerlas en práctica. Ya se ha atrevido con una tarta del Monstruo de las Gallegas crujiente que un Isaiah de poco más de un año se encargó de derribar y engullir a pedacitos. Dice que conseguir un buen postre de zanahoria es su siguiente reto: «Quiero que sepa muy bien y para eso tengo que seguir probando». Y no descarta complementar su pelea cerca de la canasta con sus mezclas y horneados en la cocina de manera profesional. «Me encantaría poder llegar a surtir a restaurantes o cafeterías, hacerlo con libertad y de forma fija», admite. Ambición dulce.