El beso de la Bombonera

DEPORTES

Juan Ignacio Roncoroni | EFE

09 mar 2020 . Actualizado a las 10:01 h.

No tengo pruebas, pero yo diría que la mitad de los jugadores del Manchester United y Milán actuales son nombres inventados. ¿Quién son Bennacer, McTominay, Saelemaekers, Kessie o Tuanzebe? ¿De dónde ha salido esa gente? Echo de menos a Giggs, Scholes, Nesta o Kaká y supongo que el que serigrafía las camisetas en Old Trafford o San Siro también.

Hoy caminan por nuestras calles pandillas de preadolescentes sin supervisión paternal creyendo que el Leipzig, el Paris Saint-Germain o el City son la crema del fútbol europeo. A nadie parece importarle este drama. «Del fútbol con el que crecí solo quedan ruinas», me lamento en silencio. Si lo dijese en alto la respuesta sería: «Ok, boomer». Y con razón.

Purgo mis penas siguiendo a las pocas estrellas mayores que yo que quedan en activo y que siguen compitiendo en algo más que en el campeonato mundial de contar billetes con sede en Catar, Japón o Estados Unidos. Como Carlos Tévez, que acaba de proclamarse campeón en Argentina con Boca Juniors gracias a la victoria de los xeneize en la Bombonera frente a Gimnasia y Esgrima La Plata, el equipo que entrena Maradona.

Era el regreso del Pelusa a su casa y le colmaron de gloria. Que si una placa, una camiseta, aplausos, confeti, cánticos... Diego vestía una gorra y un chándal. Eso y un pendiente le ayudan a conservar cierto aire juvenil, porque si se pusiese una túnica blanca y se subiese a un papamóvil podría pasar por inquilino del Vaticano. Se mueve lento y con la mirada perdida. Besó el césped y paseó por el campo agarrado del brazo. Tiene mal aspecto el santo padre.

Por si fuese poca fiesta, Tévez le plantó a Maradona un beso en los morros antes del partido. El 10, a esas alturas, ya era más un hincha local que el entrenador visitante. Que hubiese ganado Gimnasia hubiese sido un giro de guion magnífico, pero lo previsible se cumplió y Maradona perdió y su equipo ganó. O al revés, porque es un poco lío. La noche fue preciosa para los de Boca, claro. Los aficionados de Gimnasia y Esgrima no sé cómo no sacaron la espada, el florete y el sable.

Aunque en realidad, toda la culpa es de River, que empató.