Walter M. Gallichan, escritor inglés, viajero y pescador a mosca, visitó Galicia en la primavera de 1911 y, en la mejor tradición de la literatura británica de viajes, dejó escrito un librito, verdadera joya de la literatura piscícola, titulado “Where Trout Abound. The Fly-Fisher in Galicia” (“Donde la Trucha Abunda. El pescador a mosca en Galicia”). Gallichan pesca el Lerez, el Verdugo, el Umia, el Tea, el Ulla, el Tambre, el Mero, el Mandeo, el Jubia, el Eume y el Landro y se asombra de la calidad de los ríos gallegos y de la abundancia y tamaño de sus truchas y reos, al igual que del mal trato que reciben, hasta el punto de decir que “almost everything that should not be done is practised incessantly” (“casi todo lo que no debería hacerse, se practica constantemente”). Refleja que su potencial para el salmón es grande pero la ausencia de escalas en los ríos, el continuo uso de redes en ríos y estuarios y la pesca indiscriminada de esguines, impiden su progresión.
Si Gallichan viniera a pescar a los ríos de Galicia en esta primavera del año 2020, más de cien años después, ya no podría alabar la calidad de sus aguas ni la abundancia de sus peces y tampoco podría mejorar mucho su opinión sobre nuestro comportamiento con ellos. Seguramente se lamentaría de la práctica desaparición del salmón en todos nuestros ríos.
En diversos artículos publicados en diciembre de 2018, la Voz de Galicia recogió las inquietudes de algunos pescadores que intentamos movilizar a la Administración, a la sociedad y a nuestros colegas, ante la degradación de los ríos gallegos. Algunos defendimos la necesidad de una nueva Ley de Pesca Fluvial y un profundo cambio de mentalidad para sustituir progresivamente la pesca extractiva de salmónidos por su pesca deportiva sin muerte. Una vez más los pescadores cometimos el mismo error de siempre: centrar el debate en la pesca con muerte o sin ella y crisparnos entre nosotros. Vamos por el camino de agotarnos discutiendo si pescamos con muerte o sin ella peces que ya no existen, mientras el enemigo común permanece indemne.
Vivimos en una sociedad que no sabe valorar lo que representan, en nuestro patrimonio natural y en nuestra economía, unos ríos limpios y ricos en truchas, reos y salmones. Consiguientemente esa no es una prioridad en las decisiones de nuestros políticos. La Voz de Galicia reflejaba recientemente la lamentable situación de nuestras depuradoras urbanas: más de la mitad no funcionan adecuadamente. En tiempos de sequía hídrica no hay río que soporte semejante contaminación. Depredadores alóctonos, como cormoranes y visones, exterminan impunemente salmónidos que han formado parte de nuestros ríos durante siglos sin que nadie reaccione. Periódicas mortandades de peces son noticia de un día en la prensa sin que los responsables sean perseguidos. No hay presupuesto para guardería ni para centros ictiológicos que repueblen con especies autóctonas. Caudales ecológicos insuficientes y sueltas de agua abusivas arrasan las poblaciones de salmónidos e impiden su freza en ríos regulados. El ejemplo más reciente es la tragedia (porque realmente lo es) del río Xallas, otrora uno de los mejores ríos trucheros de Europa y recientemente diezmado por la repotenciación de las turbinas de la presa de Fervenza. ¿A quien le importa? En una sociedad donde lo que es de todos no es de nadie, el mantenimiento de la pesca en nuestros ríos va a depender exclusivamente de la fuerza y capacidad de presión de los pescadores. Nadie nos va a ayudar. Estoy convencido de que la pesca deportiva de salmónidos sin muerte es el futuro y la parte de sacrificio que tenemos que asumir los pescadores para tratar de revertir la situación, pero desde luego no es el tema principal ni el más urgente y sobre todo no nos debe dividir. Necesitamos estar unidos.
Se ha presentado en el Parlamento gallego un proyecto de nueva Ley de Pesca Continental. Tiene que ser más exigente. Los informes de Medio Ambiente deben ser preceptivos y vinculantes, no se puede indultar la inexistencia de escalas en los ríos allí donde debe haberlas, Administración y Fiscalía deben actuar de oficio y con contundencia ante los ataques medioambientales a los ríos y un largo etcétera de medidas que los pescadores debemos ser capaces de plantear unidos.
Vivimos tiempos de sostenibilidad medioambiental y lucha contra el cambio climático. Por favor, en Galicia empecemos por nuestros ríos.
Antonio Abril Abadín es pescador deportivo