Un árbitro en el paritorio

DEPORTES

ALBERTO LÓPEZ

Cristian Martín, matrón y colegiado en la Leb Oro, compagina dos tareas «vocacionales» entre las que encuentra algunos paralelismos

04 may 2020 . Actualizado a las 18:51 h.

Cristian Martín Vázquez. Así se llama el árbitro gallego que ayuda a nacer. Tiene 29 años, es de Lugo y desde el 2017 compagina sus obligaciones de colegiado en la segunda categoría más importante del baloncesto español (LEB Oro) con las de matrona en distintos hospitales de su provincia y de León. Actualmente trabaja en el Hospital Universitario del Bierzo. La autoridad que exhibe en la cancha se transforma en sensibilidad cuando entra en el paritorio, donde disfruta tanto o más que con el silbato y siente una mayor presión. «Siempre que desarrollo cualquiera de estas dos actividades, como cualquier otra en mi vida, las hago con el mayor rigor y el mayor cuidado, por lo que el sentido de responsabilidad entiendo que es el mismo, si bien es cierto que las consecuencias o la repercusión del error es peor en el paritorio, puesto que estamos hablando de vidas en juego y no de deporte», asegura.

En las dos tareas se entrega al máximo, aunque reconoce que se desenvuelve con más soltura entre canastas que en el quirófano. «Llevo muy poco recorrido como matrona y quizás por eso me considero mejor árbitro, por la experiencia que tengo. En cualquier caso me siento también muy satisfecho de mi labor en el área sanitaria y me estoy formando cada día para ser un poco mejor», sostiene el profesional lucense, que comenzó en el mundo del arbitraje con tan solo 14 años y sintió el deseo de asistir a parturientas cuando vivió la experiencia como enfermero en prácticas. «Me quedé alucinado con la naturaleza y la fuerza de la mujer. Dije: ‘yo quiero dedicarme a esto’», cuenta. A base de tesón e innumerables horas de estudio, en el 2017 obtuvo la plaza de matrona y pudo dedicarse en pleno a sus dos grandes pasiones. «Son dos trabajos vocacionales y perfectamente complementarios. Al baloncesto ya jugaba desde bien pequeño y me enganchó cuando empecé a dirigir partidos de competiciones escolares, mientras que lo de ser matrona tiene que ser ineludiblemente vocacional porque lo que para ti es un día cualquiera, para la madre quizá sea el más importante de su vida, y tienes que tenerlo muy presente y hacer todo lo posible para se lleve el mejor recuerdo», explica Cristian Martín, que gracias a su empeño y a la disposición de las compañeras del hospital no tiene grandes problemas para compaginar sus dos ocupaciones, entre las que, sorprendentemente, encuentra ciertos paralelismos, sobre todo emocionales. «La adrenalina y la concentración es la misma en un partido que en un parto, si bien la satisfacción cuando las cosas salen bien es mayor en el paritorio. De un partido te vas contento, pero no es lo mismo», destaca.

¿Y qué es lo más difícil en la cancha y en el quirófano? Cristian no tarda ni medio segundo en responder. «En el baloncesto lo más complicado es tener contento a todo el mundo, mientras que en el paritorio es asumir y pasar los malos tragos. A veces las cosas no salen como deseas y es tremendamente difícil explicarlo y que se entienda», indica el único lucense en la LEB Oro -«también soy el único matrón en Lugo», precisa- y uno de los cinco árbitros que componen la armada gallega en la categoría de plata del baloncesto español.

«Hay pacientes que se sorprenden al verme»

Cristian Martín siente que es un hombre en un mundo de mujeres. «Históricamente la figura de la matrona siempre ha sido una mujer y aún hay pacientes que se sorprenden al verme, aunque cada vez son más los chicos se que inclinan por esta rama», explica. Esto le ha deparado alguna que otra situación curiosa. «Ha habido mujeres que han ido a hacer una citología al punto de atención continuada y cuando entraron en la consulta se han ido porque creían que se habían equivocado», cuenta. Otra anécdota que siempre recuerda es cuando un padre se le acercó después de nacer el bebé y «me metió un golpe en la espalda y me dijo: ‘eres un crack, matrón’», rememora entre risas.

El sanitario lucense vive con entusiasmo cada segundo en el paritorio, pero también disfruta «al máximo» en su recorrido por los pabellones españoles. Sueña con trepar hasta la ACB, «aunque no solo depende de mí», dice, y en la LEB Oro es uno de los árbitros mejor valorados por las aficiones. Pese a ser lucense, no se inmuta cuando le toca dirigir partidos del Leche Río Breogán. «Soy un profesional, es un equipo más», asegura Cristian, que pide «mayores partidas económicas» para un colectivo que considera «socialmente» discriminado. «En un campus o en un foro de debate sobre baloncesto pocas veces se incluye la figura del árbitro, cuando también formamos parte de esto y sería muy enriquecedor para todos que se hiciera», sostiene antes de prever que el Instant Replay pronto llegará a la LEB Oro. «Todas las herramientas visuales suponen una ayuda para el árbitro, lo agradeceríamos, pero se necesitan imágenes con cierta calidad», explica.