Anair Lomba: «Muchas futbolistas cobraban en negro»

DEPORTES

Una de las pioneras en la élite del fútbol femenino, celebra que la precariedad quede atrás ante la próxima firma del histórico convenio colectivo

23 dic 2019 . Actualizado a las 09:34 h.

El convenio del fútbol femenino ya es una realidad. Tras la prórroga de un mes, dada por los sindicatos a la patronal, para lograr un acuerdo y no convocar otra huelga en la máxima categoría, el documento pactado entre la AFE y Futbolistas ON - UGT con la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF), se espera que sea ratificado antes del 10 de enero y firmado el 15 del mismo mes.

Con carácter retroactivo desde el 1 de julio del 2019, y hasta el final de la presente temporada, la paz llega después de más de un año de negociaciones infructuosas, en las que sindicatos y patronal se sentaron en 29 ocasiones sin llegar a ver la luz el acuerdo. El llamado «convenio de la igualdad» reconocerá, a través de 43 artículos, los derechos de las futbolistas.

El primer acuerdo colectivo de Europa de Primera División femenina garantiza un salario mínimo de 16.000 euros brutos al año para una jornada completa. En el caso de una jornada parcial, las jugadoras se aseguran al menos un 75 por ciento de dicha cantidad, es decir, 12.000 euros. La exfutbolista gallega Anair Lomba, Lombi, valora el acuerdo y reconoce que esta era la parte más complicada de negociar. «Aunque sigo pensando en que hay clubes que no sé si podrán alcanzarlo. Supongo que les darán las condiciones mínimas para lograrlo, no sé si la Liga o la Federación», indica, y considera fundamental este punto del acuerdo «porque había muchas que cobraban en negro o no tenían las horas necesarias en el contrato, y eso es algo que cuando te retiras valoras mucho», recalca.

El histórico acuerdo entre sindicatos y patronal contempla también unas vacaciones anuales retribuidas de 30 días naturales, de los que 21 serán disfrutados de forma continuada. Además, tendrán derecho a un descanso semanal de un día y medio, disfrutado de forma continua.

En caso de lesión, las jugadoras seguirán percibiendo el cien por cien de su salario, y también recibirán una indemnización en caso de invalidez (90.000 euros). La exjugadora de Espanyol y Valencia recalca que ella nunca ha tenido ese problema pese a haber estado muchas veces lesionada. Pero también añade que «no es justo que dejes de cobrar porque trabajas igual o más que cuando estás en el campo».

Cobertura por embarazo

«Renovación del contrato en caso de embarazo por un año, en su última temporada». Así recogerá el convenio la garantía de cobertura en caso de ser madres. Políticamente correcto o no, Lombi afirma que «queda feo decirlo, pero quedarte embarazada en mitad de una temporada me parece una irresponsiblidad por parte de la trabajadora. Aún así, es una decisión libre y está bien que quede recogido». En el caso de las concentraciones, estas no podrán superar las 24 horas antes de un partido que se juegue en casa y las 72 cuando se celebre fuera.

En paralelo al convenio, queda por resolver el acuerdo entre Federación, clubes y Mediapro, fundamental para la viabilidad económica del documento. El futuro dependerá de que todos los equipos pasen a formar parte del Programa Élite del que dispone la Federación y que les supondría unos ingresos de medio millón de euros al año.

Otras ligas: sin contratos profesionales o por libre

La regularización de los derechos laborales del fútbol femenino ha puesto de manifiesto la precariedad que viven otros deportes practicados por mujeres. El baloncesto femenino fue el primer deporte en firmar un convenio que no se pudo prorrogar al desaparecer la patronal. Desde entonces, la situación en la que viven depende de cada deportista. «Cada una ficha a su manera. Por lo que se ha peleado es porque tengamos un contrato laboral y eso sí que lo tenemos», reconoce Arantxa Novo, jugadora hasta la temporada pasada del Ensino de Lugo.

En el caso del fútbol sala, la situación no mejora. Bea Seijas dedicó treinta años de su vida a este deporte y no se esconde a la hora de reconocer: «Nunca he tenido un contrato profesional». El Pescados Rubén-Burela FSF abrió una nueva senda en este sentido estableciendo un convenio propio pero «el resto no, vivimos de nuestro trabajo fuera de la pista», afirma Seijas. Y añade que «la situación es muy precaria, pero hay que avanzar en otras cosas antes de los contratos profesionales porque sería empezar la casa por el tejado», puntualiza.

Las jugadoras de balonmano se defienden a través de una asociación que ellas mismas crearon tras un despido improcedente. La única norma que las ampara es el requisito que establece la Federación: «Cada equipo debe tener siete jugadoras con contrato profesional», afirma la jugadora del Liberbank Gijón Cecilia Cacheda.