El dilema del padre Luisito

DEPORTES

XOAN A. SOLER

El técnico del Fabril se enfrenta por primera vez en partido oficial a su hijo: «Si tengo que morir, muero por él; pero yo en el campo no le dejo ganar a nadie»

08 nov 2019 . Actualizado a las 09:19 h.

Cuando algún defensa del Fabril agarre este domingo del brazo al dorsal número 9 del Estradense, lo primero que le vendrá a la cabeza será la imagen de su entrenador. Y no porque haya hecho algo mal. O quizás también. Será porque ese futbolista del cuadro dezano es Borja Míguez (Santiago, 1998), que tiene tatuado en su antebrazo la cara de su padre, el técnico del filial blanquiazul, Luisito (Teo, 1966). Será la primera vez que se enfrenten en un partido oficial, y no será un partido cualquiera. «Yo por el niño doy mi vida. Si tengo que morir, muero; pero yo en el campo no le dejo ganar a nadie. Él ya lo sabe. Es mi mentalidad y él también la tiene. No va a ser fácil», sentencia el encargado del segundo equipo deportivista.

«Va a ser un día complicado, sinceramente. Pero va a ser más difícil para mí que para él. Se me hace muy extraño explicarle a mis futbolistas cómo es él, cómo juega y cómo frenarle, pero yo tengo que mirar por el bien de mi equipo. Para un padre es complicado querer que su hijo pierda. Y estoy seguro de que él también estará jodido. Yo doy la vida por él y él por mí. Pero esto no deja de ser un deporte y él pelea por el Estradense y yo por el Fabril. No le voy dejar de querer nunca y menos por un partido de fútbol», agrega.

El fervor que Luisito procesa por su hijo no es menor en el del hijo hacia el padre. Tanto, que el delantero del Estradense se ha tatuado la cara del técnico del Fabril en su brazo: «Siempre supe que a mi padre no le gusta esto. Por eso, nunca se lo planteé, pero cuando cumplí la mayoría de edad decidí pasar a la acción», explicaba el jugador recientemente a La Voz.

«Con trece años dije que el primer tatuaje que me hiciese sería el de mi padre, por todo lo que él significa y representa para mí. Con dieciocho, en contra de su voluntad, fui al tatuador y me lo hice», reconoce el futbolista.

Amistosos en común

El domingo será la primera vez que ambos coincidan en un partido de competición oficial. No en vano, Borja es todavía joven (cumple los 21, a finales de este mes) y Luisito llevaba desde el 2015 sin dirigir en Tercera, año en el que logró su tercer ascenso a la categoría de bronce con el Pontevedra. Por ello, ambos solo se habían enfrentado con anterioridad en dos amistosos. El primero, en el 2016, cuando Borja era juvenil del Compostela y había subido con el primer equipo para medirse al Pontevedra; y el segundo, en la pretemporada del 2017, ya con el futbolista jugando con el Estradense. El primero acabó en empate y en el segundo ganó el padre, con un equipo que superaba al del hijo en dos categorías.

En esta ocasión, ambos llegan en un gran momento. El Fabril ha sumado 13 de los últimos 15 puntos y el Estradense, recién ascendido, es décimo con 4 goles de Borja Míguez, que ya el pasado curso brilló al firmar 20 en el grupo sur de Preferente.