Muñiz Ruiz: «En el fútbol base fue donde peor lo pasé»

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Muñiz Ruiz en su partido de debut en Segunda División
Muñiz Ruiz en su partido de debut en Segunda División

Apostó por el arbitraje a los 15 años, con cuatro amigos del instituto Luis Seoane de Pontevedra y ha alcanzado el fútbol profesional tras debutar en Segunda División

11 oct 2019 . Actualizado a las 10:39 h.

No es religioso ni supersticioso. Su último ascenso le ha llegado en la temporada trece. Alejandro Muñiz Ruiz (Pontevedra, 1991) debutó en Segunda División y es, junto a los hermanos Iglesias Villanueva, el único árbitro gallego en el fútbol masculino profesional. «No tenía el número grabado, no sabía quién me estaba llamando». Al otro lado del teléfono, Vicente Lizondo Cortés, exárbitro y uno de los responsables del comité. Martes, 2 de julio. «Era muy temprano, las 8 de la mañana, todavía me estaba despertando». La llamada duró muy poco. «Cuando se identificó, lo vi venir. O era para ascender o para descender. Cuando colgué, me temblaban las manos». Llevaba cinco temporadas en Segunda B -a la que llegó con 23 años- tras una progresión meteórica. En Tercera, había pitado una sola.

Una vez superó el impacto de la llamada que le comunicaba el ascenso, marcó el número de teléfono de su padre. «Así me gusta, que sea el primero al que llamas». No le sorprendió demasiado. Le había acompañado en los primeros años. «En el fútbol base fue donde peor lo pasó, y yo también. Es donde se escuchan más barbaridades. Sobre todo en los partidos de chavales. Era chocante. Con cualquier entrada dura, escuchabas comentarios desafortunados de los padres hacia mí o hacia los jugadores. Las redes sociales han ayudado a darle notoriedad a esos casos». Hace diez años de aquello.

«Entonces eran campos de tierra y no había el sistema informático que hay hoy. Los viernes, en la delegación, te daban un sobre con los partidos y las actas dentro. Hasta que lo abrías no sabías qué partidos te correspondían». Había veces que abrir aquel sobre era echarse a temblar: «Partidos calientes, sí, e incidentes, también». Ahora, a principios de semana, ya tiene publicadas sus designaciones en internet.

Así supo Muñiz Ruiz que su debut en Segunda División no se iba a hacer esperar. Primera jornada, a Los Pajaritos. Numancia-Alcorcón. «Fue un partido complicado, pero salí satisfecho. En el campo no he notado mucho cambio, la velocidad de juego es mayor. Con el VAR, tienes más presión en el campo. Te enteras al momento de si te equivocaste o no. Psicológicamente, hay que aprender a convivir con ello. No te vas a llevar un error de bulto y repetirte luego: ¿Cómo no pude ver eso? Pero te vas fastidiado igual». Ese día, el VAR no intervino. En la segunda jornada le tocó a él dirimir desde la sala de pantallas. «Es algo que no había hecho nunca antes. Intenté tomarme mi tiempo y asegurar las decisiones».

Del Cerro, su espejo

Su referente es el policía madrileño Carlos Del Cerro Grande. «Es el árbitro en el que más me fijo, lo tiene todo». Cuando las cosas no salen, pasa malos ratos. «La gente piensa que sales del campo y todo nos da igual. Un error duele, te lo llevas a casa, le das muchas vueltas y luego no duermes». Eso no altera sus sueños. «Hay que ponerse siempre metas altas. No me gustaría estancarme, pero ya es complicado llegar aquí». Le gustaría volver a situar a Galicia en los campos de Primera, huérfanos tras la retirada -ejerce ahora como árbitro del VAR- de Ignacio Iglesias Villanueva.

Alejandro desembarcó en el arbitraje junto a sus amigos del instituto, el Luis Seoane de Pontevedra. Tenía 15 años. «Jugabamos al fútbol y uno de ellos decidió probar. Al final entramos cinco». Ese amigo precursor era Daniel García -que llegó a pitar en Tercera División- y, junto a Alejandro, le siguieron Juan Pérez -que pitó en Preferente- y los hermanos Asier -llegó a Tercera- y Anxo Fariña Biasi.

Un amigo de asistente

«Anxo fue mi asistente durante los últimos cuatro años en Segunda B». Se apartó del arbitraje al terminar la pasada temporada. Le ofrecieron un puesto de trabajo en Polonia y emigró. No sabía todavía que Alejandro iba a alcanzar el fútbol profesional: «Es una pena que no pueda acompañarme este año. Tomó la decisión con la información que tenía en ese momento. En este mundillo hay que tener un trabajo detrás siempre». Alejandro, también. Es funcionario en el sector de la seguridad. «Por ahora lo compagino, en el futuro ya veremos».