Bergantiños, el asistente de Anquela

DEPORTES

CESAR QUIAN

Es la extensión del técnico en el campo y ha dado un nuevo paso al frente asumiendo labores ofensivas: en solo 7 jornadas lleva un pase que acabó en gol y 3 asistencias no aprovechadas por sus compañeros

24 sep 2019 . Actualizado a las 10:35 h.

La temporada 2014-15 comenzó en el Deportivo con un entrenador que, más allá de sus métodos deportivos, utilizaba su dilatada experiencia y charlas con una importante carga psicológica para sacar el máximo rendimiento de sus futbolistas. Lo hizo con Sidnei tras una nefasta primera parte en Vigo, que consiguió transformar en un exitoso segundo tiempo. A un Borges que llegó con una clara vocación ofensiva lo acostumbró a sufrir sin balón. Supo reconducir a Lucas Pérez tras el estrés que le provocaba continuas lesiones. Y Víctor Fernández también quiso mejorar las prestaciones de un Álex Bergantiños al que veía desaprovechado en el Dépor.

Con el ahora capitán blanquiazul estaba convencido de que tenía que dar un paso al frente. Que a su indiscutible posicionamiento táctico debía añadir una pizca de atrevimiento. De adelantarse en ocasiones, cuando el juego lo permitía. De atreverse a tirar. Y, por supuesto, de aparcar la timidez y buscar con sus pases los desmarques de sus compañeros.

El de la Sagrada Familia se quedó con aquel consejo y poco a poco fue asumiendo mayores responsabilidades complementarias a las defensivas. Llegó su atrevimiento de cara a disparar, y con él algunos goles importantes. También en las acciones de estrategia asumió roles de peligro.

Hasta que entre el destino, la juventud de la plantilla y la mala clasificación han provocado que este inicio de temporada se haya convertido casi en un especialista en jugar en el campo rival y dar el último pase, en demasiadas ocasiones desaprovechado por sus compañeros.

Apéndice del entrenador

El capitán se ha convertido en la extensión de Anquela en el terreno de juego. El jienense le pidió que tirara de experiencia y se echara el equipo a sus espaldas. Sobre todo en lo emocional. Que transmitiera todas esas vivencias que tiene a los jóvenes. El técnico sabe que Álex no es un líder de los de dar voces, pero sí de los que tienen peso. El brazalete, su ascendencia sobre la afición y toda una vida como blanquiazul lo avalan.

Y con esa confianza, el 4 del Dépor empezó a atreverse. De hecho, en ocasiones, se le está viendo más adelantado que a Gaku, cuando de siempre ha sido él el hombre que ha tenido que incrustarse entre los centrales cuando el partido lo requería. No es que el japonés se meta ahí en el eje de la zaga -no es ni mucho menos su labor-, pero aprovechando la salida del balón, el de la Sagrada avanza metros.

Y eso le permitió ya en la primera jornada de Liga estar cerca de Aketxe cuando, con 1-0 en el marcador, vio al vasco, se la pasó y este conectó un zurdazo que se convirtió en gol.

Sus pases desaprovechados

Pero aunque ese fue el pase que acabó en gol, no resultó, ni de lejos, el mejor que ha metido Bergantiños esta temporada. Frente al Albacete, de sus botas salieron dos balones que no acabaron en gol en un caso porque Christian Santos, solo, cabeceó alto, y en el otro porque Jovanovic no acertó a controlar el esférico en una situación tan franca como la que tuvo el sábado.

Y es que en el Ramón de Carranza, el balcánico se encontró en sus botas con la victoria. Fue después de que su capitán le asistiera como años atrás lo hacía Valerón. El croata se quedó solo, pero, de nuevo, no estuvo acertado en el control. El esférico le quedó un poco atrás y eso le impidió seguir avanzando. Porque el defensa gaditano llegaba y tuvo que adelantar su disparo y, con ello, desaprovechó el magistral pase de tiralíneas de Bergantiños.

Tres acciones que pudieron suponer otros tantos goles, pero que no cierran su aportación ofensiva. En Gijón, por ejemplo, metió mucho pase filtrado, pero en situaciones en que el juego continuó y no era el último.

A sus 34 años, y sin ganas de decir adiós, en Cádiz Álex Bergantiños volvió a ser el mejor de un equipo que recuperó una dosis de confianza y sufrimiento.