El municipio lucense de O Incio vio crecer a los entrenadores de los dos mejores clubes del mundo de hockey sobre patines

DEPORTES

Joan Manuel Ramos Fernandez

El liceísta Juan Copa y el barcelonista Edu Castro, que se enfrentan mañana en el Palacio de los Deportes de Riazor, pasaron los veranos de su infancia y adolescencia en este concello de apenas 1.600 habitantes

19 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

O Incio es un concello del sur de la provincia de Lugo con una superficie que no llega a los ciento cincuenta kilómetros cuadrados y una población de apenas 1.600 vecinos. Entre sus parroquias se encuentran Laiosa y Ferrería, separadas por menos de 14 kilómetros (unos 20 minutos en coche). Dos localidades a medio camino entre Sarria y Monforte de Lemos que comparten paisajes montañosos, un famoso mármol utilizado ya por los romanos y ver crecer a dos de los mejores entrenadores de hockey sobre patines del mundo. Juan Copa y Edu Castro, técnicos del Liceo y del Barcelona, respectivamente, tienen raíces en O Incio. El primero en Laiosa y el segundo en Ferrería

Se conocen desde hace tiempo —«Hemos coincidido en diferentes campeonatos de España de categorías inferiores», aclara el entrenador verdiblanco—. Sin embargo, no se enteraron de su vecindad hasta hace un año. «Estábamos en el Palacio de los Deportes viendo el Europeo. Charlando de mil cosas, le comento a Juan [Copa] que me invitaron en la peña Val de Lemos de Monforte. Medio sorprendido, me preguntó si conocía Laiosa. Y le recité de memoria las siguientes parroquias: Bóveda, Laiosa, Eirexalba, Santa Cruz de Incio, Hospital y Ferrería. Había que ver su cara de incredulidad. ‘Si es que mis padres nacieron en Laiosa’, me dice. ‘Y mi madre en Ferrería’, le respondo».

Edu Castro, entrenador del Barcelona, en Ferrería
Edu Castro, entrenador del Barcelona, en Ferrería

Años después de mantener una rivalidad deportiva en la cancha y amistad fuera de ella acaban de descubrir que eran vecinos. Ninguno llegó a vivir en O Incio, pero siempre mantuvieron vínculos.

«En Ferrería nació mi hermano mayor. Yo lo hice en Vigo. Y antes de cumplir dos años, a mi padre le salió trabajo en la Seat de Barcelona y nos vinimos para aquí. Pero todas las Navidades, Semanas Santas y veranos nos íbamos para allí», recuerda Edu Castro (Vigo, 1966).

La experiencia de su homólogo del Liceo, nacido cuatro años después en A Coruña, es similar: «Todos los veranos nos íbamos para allí a la casa de mi madre. Durante esos meses nos juntábamos muchos chavales cuyos padres eran de Laiosa y sitios cercanos, pero que vivían fuera. Recuerdo los partidos de fútbol que jugábamos, las fiestas de las parroquias y el pulpo de la feria de Rubián».

No se conocían

Catorce kilómetros de distancia en un municipio de 1.600 habitantes, pero ninguno recuerda haber conocido al otro. «Estoy seguro de que coincidimos en las fiestas de algún pueblo porque lo normal era que los chavales nos desplazáramos de un sitio a otro cada fin de semana. Pero no, no nos conocíamos», subraya Copa.

Aunque para el técnico azulgrana, en teoría, debería resultarle más difícil mantener el vínculo con sus raíces, lo ha conseguido a lo largo de los años. Desde que de niño tardaba tres días en hacer el viaje Barcelona-Ferrería. «Íbamos en el 1.500 de mi padre y hacíamos una noche en Soria y otra en Rúa de Petín. Cuando entrábamos en Galicia, mi madre ya se ponía a cantar canciones en gallego», sonríe Edu Castro. Y es que su lengua materna para nada le resulta extraña: «Lo entiendo perfectamente, pues mis padres, entre ellos, hablaban gallego. Pero no solo eso, sino que leo libros en gallego como Os contos de Mesopotamia, de Anxel Fole...».

No es un guiño á terriña. Desde hace años, el técnico azulgrana comparte en su Instagram no solo fotos personales o de hockey. También imágenes de libros que lee y, en ocasiones, con comentarios en gallego. El 2 de abril del 2018 acompañó una foto de O camiño de abaixo de Xohán Casal con el siguiente texto: «Pero os presentimentos non chegan xamais á realidade. Só nun medo... Namais que un medo». Es solo un ejemplo.

«Hablar me cuesta más, pero sí que me gustaría, tras algún partido con el Liceo, dar la rueda de prensa en gallego. Tienen que darse las circunstancias y luego atreverme», bromea.

Mañana puede ser un buen día con motivo del reencuentro de estos dos rivales en la pista pero amigos fuera. De nuevo, el Instagram de Castro da fe. El año pasado, tras proclamarse el Liceo campeón de la Supercopa subió una imagen suya abrazando a Copa como gesto de felicitación. El texto no podía ser más cariñoso, pese a la derrota: «Reconeixement. Adversaris, no enemics».

Mañana, a partir de las ocho y media, volverán a ser adversarios pero no enemigos. Será con motivo de la primera jornada de la OK Liga, que enfrentará a Liceo y Barça en el Palacio. Allí se verán frente a frente hombres que, sin conocerse pasaron sus veranos de infancia y adolescencia separados por apenas 14 kilómetros, convirtiendo así O Incio en testigo del desarrollo de los que con el tiempo llegarían a convertirse en dos de los mejores entrenadores del mundo. ¿Por qué no pensar que el hockey sobre patines moderno tiene sus raíces en O Incio?