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Los años impares parecían ser la medicina de Garbiñe Muguruza en Wimbledon. Final en 2015 y triunfo en 2017. La inercia para 2019 no parecía la mejor, pero una derrota en el estreno ante la brasileña Beatriz Haddad Maia era de todo menos esperada.
El claro 6-4 y 6-4 que reflejó el marcador de la pista 3 al final del encuentro marcó uno de los mayores batacazos de la española en el All England Club.
No perdía en primera ronda del tercer grand slam de la temporada desde 2014 y, aunque el año pasado ya sufrió un revés al no poder defender su corona y caer en segunda ronda, Muguruza parecía tener una buena oportunidad de reconducir la temporada sobre hierba.