Kevin Durant y la lesión de los 200 millones de dólares

Nacho Álvarez

DEPORTES

Kyle Terada

La estrella de los Warriors forzó para jugar y ahora, con una posible rotura en el tendón de Aquiles, puede perder el contrato de su vida

12 jun 2019 . Actualizado a las 20:27 h.

La lesión de Kevin Durant, mejor jugador de las finales dela NBA en los años 2016 y 2017, en el quinto partido de las eliminatorias por el título de esta temporada, vuelve a poner en el centro del debate un tema tan delicado cómo el equilibrio entre la salud de unos trabajadores (privilegiados y excelentemente remunerados) y las necesidades de los patrocinadores, televisiones y aficionados que pagan muchísimo dinero y quieren ver el retorno de su inversión en forma de audiencias, visibilidad de marca, jugadas espectaculares y triunfo de su equipo.

Durant está considerado uno de los tres mejores jugadores de la NBA. Hasta su lesión en el quinto partido de las semifinales de conferencia contra Houston Rockets, estaba jugando el mejor baloncesto en su exitosa carrera. Promediaba más de 34 puntos por partido, con unos porcentajes de tiro superiores al 50%, números que lo acercaban al olimpo de los mejores jugadores de todos los tiempos. Su lesión sirvió para cohesionar todavía más a un equipo de leyenda como los actuales Golden State Warriors, y estos consiguieron sobreponerse a su baja ganando los dos partidos siguientes de la serie contra Houston e imponiéndose por 4-0 en la final de Conferencia contra Portland. Pero en la Final de la NBA contra Toronto, el talento y la revolucionaria concepción del juego del equipo liderado por Steve Kerr se mostraron insuficientes.

Con un 3-1 en contra (las eliminatorias se juegan al mejor de 7 partidos), los Warriors estaban contra las cuerdas y en este punto todos los ojos del planeta NBA se volvieron hacia Kevin Durant. El jugador acaba contrato este verano y tiene una opción unilateral para renovar por un año con los Warriors por algo más de 31 millones de dólares (unos 27,4 millones de euros). Todo apuntaba a que no la haría efectiva y saldría al mercado buscando un contrato máximo para un jugador de sus características, que podía rondar los 200 millones de dólares en 4 años. La lesión inicial era una distensión en el gemelo y el tiempo de recuperación se estimaba en unas 2 o 3 semanas, pero los plazos se fueron dilatando entre las malas sensaciones del jugador y que su equipo parecía que podía ganar el campeonato sin su participación.

El entorno de la NBA empezaba a sospechar que el jugador no iba a forzar y arriesgarse a una lesión de mayor gravedad. Pero así sucedió. A la espera de más pruebas, se teme que sufre una rotura del tendón de Aquiles, que comprometería su carrera y su nuevo contrato por ayudar a su equipo cuando lo más probable es que decidiese marcharse este verano. Pero lo hizo, volvió a jugar, no se sabe en qué condiciones, disputó 12 minutos a un nivel extraordinario y en un lance del juego aparentemente inocuo sufrió quizás la lesión más grave que puede padecer un jugador de baloncesto de su talla y peso, la rotura del tendón de Aquiles y más para un jugador que en septiembre cumple 31 años.

Ahora (también es fácil y ventajista hacerlo) todo el mundo se pregunta: ¿debió volver a jugar Kevin Durant?, ¿fue libre para hacerlo?, ¿está esta nueva lesión relacionada con la anterior?, ¿pudieron las presiones y los intereses económicos sobre la salud del jugador?, ¿se aceleraron los plazos en su vuelta cuando solo había entrenado un día después de su lesión desobedeciendo criterios médicos?

El general manager de los Warrios, Bob Myers, un equipo que ha hecho del big data aplicado al deporte «El Criterio» para la toma de decisiones y que representa mejor que nadie el espíritu techie de Silicon Valley (“strength in numbres”, «fuerte en sus números», es su lema), dice en rueda de prensa que fue una decisión consensuada entre los servicios médicos, el cuerpo técnico y el jugador. ¿Les faltaba información en este caso o, conscientes de que el riesgo de perder el campeonato era real, decidieron jugársela y forzar la vuelta del jugador? ¿Fue él quien tomó la decisión última de jugar, deseoso de acallar las voces que dudaban de su profesionalidad e implicación? ¿ Por qué en una liga que es un referente en organización y transparencia cómo la NBA no ha comparecido nadie de los servicios médicos de los Warriors para explicar lo sucedido?

Preguntas sin respuesta en este momento y que pueden ser extensibles a otros deportes de élite, los cuales cada vez son entendidos más como una industria del entretenimiento que como una actividad deportiva en sí misma.

Nacho Álvarez es sociólogo