Barro en la hoja de servicios del cuarto central del Deportivo

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández LA VOZ / REDACCIÓN

DEPORTES

CESAR QUIAN

La detención de Íñigo López puede poner fin a su carrera

28 may 2019 . Actualizado a las 18:24 h.

Somma se fue a la calle en el minuto 69 y tres después Fede Cartabia dejó su sitio a Íñigo López para tratar de contener las acometidas de un Numancia que perdía por 0-2. Esos 18 minutos más el descuento, en los que el Dépor encajó un gol, son todos los que ha disputado y disputará el segundo refuerzo de invierno de esta temporada tras Nahuel. Se va después de celebrar una sufrida victoria sobre el césped y convertirse en habitual de los rondos de Abegondo y la grada de Riazor. «No vengo a retirarme», aseguró en la ciudad deportiva ya entrado febrero, en el día de su presentación.«Quien me conoce sabe qué he aportado, tanto desde fuera como jugando partidos», proclamó el defensa riojano, de 36 años, a quien Carmelo del Pozo ya había asignado un papel: «El que fuese a venir tenía que tener muy claro su rol, que si debía asumir la situación de cuarto central no crease problemas en el vestuario».

No los había dado el futbolista en el desenlace, ahora precipitado, de una carrera por nueve clubes que arrancó con una larga gira por Madrid. Allí defendió los colores del Las Rozas, el filial del Atlético, el San Sebastián de Los Reyes y el Alcorcón, donde fue protagonista del célebre alcorconazo y llegó a anotar 17 goles en Segunda B. Mientras tanto, aprovechó la estancia en la capital para seguir de lejos a su hermano Jorge, quien celebró una Liga con el Valencia, y sacarse el título en Administración y Dirección de Empresas.

De procedencia humilde (hijo de un comercial de la editorial Planeta y un ama de casa) el zaguero se definía entonces como «un futbolista modesto» y en una entrevista con El País tras la sonada eliminación copera del poderoso conjunto blanco confesaba ganar «unos 35.000 euros al año» con el conjunto del estadio de Santo Domingo.

La relación filial con Jorge propiciaría un llamativo comentario algunas temporadas después, cuando el Granada y el Zaragoza se jugaban la permanencia en Primera y el presidente de los andaluces, Quique Pina, calentó la última jornada con referencias a un posible amaño por parte del máximo dirigente del club aragonés. A las insinuaciones acerca de los manejos de Agapito Iglesias se apuntó también Íñigo López, que en un programa de la cadena Cope manifestó su certeza acerca de la victoria zaragozana en el encuentro que debían disputar en Getafe. «Yo he tenido un hermano allí tres años y no voy a decir más. En esto del fútbol se saben muchas cosas pero no quiero entrar a juzgar», deslizó el central.

Hubo victoria maña en el Coliseo, efectivamente, pero el perjudicado no fue el equipo de Los Cármenes, sino el Villarreal de Lotina, que se fue a Segunda con 41 puntos, incapaz de sacar el empate de la salvación contra el Atlético en El Madrigal.

En Granada se sitúa el primer momento de coincidencia del defensa que ahora milita en el Deportivo con alguno de los implicados en la operación Oikos, desatada por la policía nacional. Durante el segundo tramo de la campaña 2012-2013 compartió vestuario con Carlos Aranda. Dos cursos más tarde (antes pasó por el PAOK griego, el Celta y el Córdoba) fue compañero de Samu Sáiz en El Alcoraz. Aquel Huesca, como el de ahora, tenía entre sus dirigentes a Agustín Lasaosa, vicepresidente de la entidad cuando llegó Íñigo López y ya presidente cuando el jugador se fue, tres temporadas después.

En el verano del 2018 abandonó el conjunto oscense, recién ascendido, para reforzar al Extremadura, pero solo disputó siete partidos con los de Almendralejo antes de dar su último paso en el fútbol profesional. El 5 de febrero era presentado en la ciudad deportiva de Abegondo, exhibiendo entre sus manos la camiseta blanquiazul. «No vengo a retirarme», aseguró.