Brooks Koepka gana el PGA después de un susto

F. Pastor

DEPORTES

Peter Casey / REUTERS

Revalida el título en Bethpage para ganar su cuarto grande después de frenar su marcha triunfal y ver cómo en un suspiro su ventaja se reducía de seis golpes a uno solo

20 may 2019 . Actualizado a las 01:08 h.

Entre las muchas máximas del golf, una irrefutable es la prudencia. Al más pintado de los jugadores puede hacérsele de noche en cualquier momento. Por muy sobrado que vaya un líder, no está libre de vivir un vuelco en apenas media hora. Así le pasó este domingo a Brooks Koepka antes de revalidar el título del PGA, su cuarto grande, a sus 29 años, con un resultado de +4 en la cuarta jornada (-8 en total), para ganar en Bethpage, en Nueva York, con dos golpes de margen sobre el estadounidense Dustin Johnson y tres sobre los norteamericanos Jordan Spieth y Patrick Cantlay, y el inglés Matt Wallace.

Koepka llegó al campo negro de Bethpage este domingo por la mañana encumbrado como un nuevo icono del golf: un chico de maduración tardía que desde el 2016 rinde en los grand slams de una forma tan brillante como asombrosa, pues durante el resto del año le cuesta encontrar la inspiración que le acompaña en los cuatro principales torneos. Un jugador a punto de destrozar un puñado de récords. Líder desde el principio del torneo, el pegador de Palm Beach abrió su cuarta ronda del Campeonato de la PGA con siete golpes de ventaja sobre un grupo de perseguidores formado por los estadounidenses Dustin Johnson, Luke List y Harold Varner III y el tailandés Jazz Janewattananond, su compañero de partida. Y gestionó su margen con destreza y frialdad durante sus diez primeros hoyos. Le había arañado otro golpe más al campo, hasta estirar su renta hasta un provisional -13, con un margen suficiente sobre el más peligroso de sus perseguidores, Dustin Johnson, que iba un par de grupos por delante con un marcador momentáneo de -7 que apenas suponía un incordio.

Todo cambió en menos de una hora. En cuatro calles, de la 11 al 14. Koepka encadenó cuatro bogeys, más por un bajón que por un colapso; mientras que Johnson arañó otro golpe más al campo. Aquella ventaja de seis golpes se había reducido a uno. Había torneo, había pelea, había un líder sobre el que habían llovido elogios durante tres días y medio que por fin se podía sentir amenazado. Y en ese momento, la imprecisión, más que la presión, cambió de manos, para arruinar a Dustin Johnson. Una corbata en el 16 y otro bogey en el 17 dejaron al número uno mundial a expensas de que Koepka volviese a desafinar por detrás, ahora de nuevo con tres golpes de ventaja.

Pero el cupo de sobresaltos ya estaba cubierto. Se dejó el líder un golpe en el 17 y llegó con la frialdad y el control de los tres días anteriores al green del 18. Para ganar.