Una peli de terror y de gimnasia

DEPORTES

13 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene 20 años. Es una gimnasta. Una de las mejores del mundo. Está a punto de pisar el tapiz. Y entonces una presencia imponente, por el maquillaje y la autoridad, le dice que tiene que ser más expresiva, interpretar, sentir. «Piensa en tu padre, mira al cielo como si le rezaras a Dios», le dice Irina Viner. Y Margarita Mamun piensa en su padre, que se muere. Y en esa mujer dispuesta a utilizar esa agonía para darle teatralidad a un ejercicio de rítmica. Esa señora que asegura que «hay que entrenarla como a un perro». Un perro apaleado es lo que parece por momentos Margarita. Tiene que escuchar de todo. Que es «una perdedora», que es lógico que se haya convertido en la segundona del equipo ruso y que es mejor que se vaya. Da la sensación de que un futbolista de primer nivel, como ella en su disciplina, no aguantaría un minuto de entrenamiento. No importa que ser la segundona de Rusia suponga estar en el Olimpo mundial. No cuenta la gloria pasada. Aquí la expresión «vivir el momento» cobra otro sentido, el más cruel, porque significa «no me cuentes tus penas», «no me vengas con esas», «dame la perfección aquí y ahora». Muchos ya habían oído hablar de Irina Viner, la temible zarina de la gimnasia de su país, gracias a las retransmisiones de Paloma del Río. «Madre mía, la Viner», repetía la periodista cuando a una de las niñas rusas se le caía una maza o se le enredaba una cinta. Sus broncas públicas son legendarias. «¿Qué les dirá en privado?», se preguntaba Del Río. Pues eso ya lo sabemos gracias al documental Over the Limit, un retrato pavoroso del sistema de entrenamiento de la selección de Rusia centrado en Mamun. El trato que recibe la deportista es tan vejatorio que parece procedente preguntarse por qué le permiten a la autora, Marta Prus, grabarlo todo. En muchos países este reportaje ha dejado un sabor amargo, la sensación de que detrás del brillo que disfrutamos todos hay una trastienda oscura en la que se traspasan muchos límites de menores y jóvenes. Pero, al parecer, en Moscú muchos ven en esta película un ejemplo, un tributo al espíritu del país.

Margarita Mamun, la cobarde, torpe y segundona, acaba ganando el oro en los Juegos de Río. Por fin lo celebra. Ríe. Llora. Pero quizás se la ve más feliz cuando chapotea en la playa con sus compañeras.