Pablo Dapena, el currante subcampeón del mundo

DEPORTES

Licenciado en Ciencias del Deporte, entrena a atletas aficionados y ayer cogió un vuelo para seguir con sus trabajos

07 may 2019 . Actualizado a las 09:54 h.

Todavía digiriendo ser «el primero de los mortales», Pablo Dapena se subía ayer a un avión rumbo a Mallorca para continuar con su compromisos profesionales. Acaba de ser plata en el Mundial de triatlón de larga distancia por detrás de Javier Gómez Noya y apenas sin mucho tiempo de saborear que lleva dos años en el podio de la disciplina, se sube de nuevo a la rutina para asistir al campus que organiza su equipo en la isla balear. «Tengo que cumplir con el espónsor y el club», comenta el triatleta, que este año fichó por el BMC-Vifit Sport.

El éxito deportivo, por muy alto que te lleve, también tiene una cara B más allá del sacrificio diario. Son campeones del mundo hoy, pero el triunfo es efímero y el futuro demasiado largo para no planear cómo sobrellevarlo. Pablo Dapena (Pontevedra, 1988) lo sabe. Se licenció en Actividades Físicas y del Deporte al mismo tiempo que seguía viajando por el mundo de competición en competición. «Empecé a ver una salida además del triatlón, una forma de pagarme los viajes», explica el hasta el sábado campeón del mundo de larga distancia.

«Vas aprendiendo del triatlón, pero hace falta tener una solidez económica por si pasa algo en el día a día», señala desde el aeropuerto. Esa es la cara B que no se conoce. Y es que Pablo Dapena dedicó el día después de subirse al podio y ser aclamado por toda la ciudad a responder correos y planificar los entrenamientos de una veintena de deportistas que desde hace tres o cuatro años se pusieron en sus manos para aprender. Él les organiza las sesiones y los martes y los jueves coinciden en la Illa das Esculturas de Pontevedra a última hora de la tarde. «Nos vemos cuando yo acabo mis entrenamientos y ellos salen de trabajar para pulir algunos aspectos», explica Dapena, que los viernes que puede sube con ellos a Verducido para nadar. El jueves estará de vuelta en Pontevedra para cumplir con ellos. La mayoría de sus «chavales» tiene entre 25 y 60 años y compiten en los grupos de edad, aunque alguno pertenece al club Rías Baixas, otros trabajan por su cuenta y buscaron los consejos de Pablo Dapena.

Su día a día es frenético. Tanto que ayer antes de coger el avión fue a nadar. Entrenamiento, trabajo, publicidad y competición hace de su día a día un frenesí en el que el ocio es ocasional. «Mi tiempo es limitado, siempre tengo cosas que hacer, son 17, pero cada uno entrena en modalidades distintas, realmente es un cristo, pero me permite tener la cabeza ocupada», reconoce este subcampeón del mundo, que asegura que «entrenar me permite desconectar y también lo hago pensando en el futuro». Y es que el triatleta no puede estar quieto. «Aunque sea ordeno armarios cuando estoy en casa, pero parado, no, que la cabeza no descansa», bromea el pontevedrés, que asegura «hoy por hoy si dejase de entrenar a gente podría vivir, pero hay que pensar más allá».

Con 31 años, su carrera ha cogido en todos los sentidos el impulso que necesitaba después de estar a punto de abandonar la élite en el 2015 por una lesión.

«Todavía camino un poco como Fraga, pero emocionalmente estoy muy bien»

Pablo Dapena no podía ser más claro ayer cuando analizaba cómo se encontraba tan solo 48 horas después de lograr la plata por detrás de Javi Gómez Noya en el Mundial de Triatlón de larga distancia. «Físicamente todavía camino un poco como Fraga, pero de cabeza, emocionalmente, estoy muy bien, contento», reconocía el triatleta, que no puede borrar ni una sola de las imágenes que vivió el sábado en Pontevedra, en su ciudad. Ahora espera estar a tope en tres o cuatro días para afrontar el Challengue de Lisboa. Este circuito no es su objetivo primordial esta temporada, pero competirá igualmente. La cita más importante del año después de la plata en casa es el Mundial Ironman 70.3 de Niza el próximo 7 de septiembre. «Antes de eso acudiré el 3 de junio al de Suiza y el día 23 a Dinamarca para clasificarme», señala Dapena, que reconoce que «me quisieron liar para ir a la Copa del Rey de Triatlón en Águilas este fin de semana (11 de mayo), pero necesito recuperarme bien».

Le cuesta olvidar lo que ha vivido, pero con tiempo para reflexionar encuentra «cosas que se podían haber mejorado». Se le cayó el bote de hidratos en la primera vuelta en bicicleta y «tuve que ir tirando bastante de geles durante el resto de la prueba». Y si eso no fuera suficiente, en la transición a la carrera a pie aplastó sus gafas de sol y sufrió por el centro de la ciudad. «No veía casi nada, pero la primera vez que enfilé la calle Cruz Roja y había tanta gente, aluciné; lo que ocurrió en Pontevedra es el guion soñado para ese día», comenta Dapena sobre su resultado y el oro de Gómez Noya.