Este miércoles se cumplen 25 años del fatal accidente que le costó la vida al piloto brasileño en el Gran Premio de San Marino
30 abr 2019 . Actualizado a las 10:57 h.
ara muchos brasileños es el primer recuerdo que guardan en su memoria, otros directamente enterraron su afición por la Fórmula Uno para siempre, pero todos recuerdan qué hacían el 1 de mayo de 1994, el día que murió el último héroe nacional de Brasil, el día que murió Ayrton Senna. «En este momento la médica María Teresa Fiandri comunica a todos los periodistas de aquí del hospital Maggiore de Bolonia que Ayrton Senna da Silva está muerto, murió Ayrton Senna da Silva, una noticia que nunca nos gustaría dar», anunció el reportero Roberto Cabrini en la red Globo. El corazón del triple campeón del mundo de Fórmula Uno dejó de latir a las 18.40 hora local de Italia (13.40 hora de Brasilia) y con él millones de brasileños enmudecieron, entre la incredulidad y la más absoluta tristeza. Ocurrió en la maldita curva de Tamburello del circuito Enzo y Dino Ferrari, de Imola, en la séptima vuelta de un Gran Premio de San Marino que nunca debió celebrarse.
En los entrenamientos de ese viernes otro brasileño, Rubens Barrichello, sufrió un impresionante accidente y un día después murió el austríaco Roland Ratzemberger en un violento choque casi frontal contra la barrera de protección. El domingo, antes de ponerse al volante de su Williams FW16 Renault, Senna criticó duramente la pista, uniéndose a las voces que clamaban por la falta de seguridad de los pilotos. El piloto de Sao Paulo salió desde la pole, pero la rotura de la barra de la dirección en un mismo punto en el que había sido soldada provocó que perdiera el control de su monoplaza a casi 300 kilómetros por hora y se estrellara contra un muro de protección. «¡Senna se golpeó fuerte!», exclamó el veterano periodista Galvao Bueno, en la retransmisión en directo de Globo. Eran las 14.13 hora local.
Senna, de 34 años, solo comenzó a recibir atención médica sobre la pista dos minutos y medio después y diecisiete más tarde fue trasladado al hospital en helicóptero, aunque ya era tarde. Con el impacto, una pieza de la suspensión delantera salió disparada como un proyectil contra su casco, provocándole lesiones mortales en el cerebro. Bianca Senna, sobrina del piloto, se encarga ahora de mantener vivo su legado desde el Instituto Ayrton Senna, un sueño del mito brasileño que se hizo realidad tras su fallecimiento y que tiene como objetivo mejorar la educación pública de su país. «Fue más que un piloto, si solo hubiera sido un piloto no se hubiera ganado el corazón de tantas personas en el mundo. Luchó mucho por conseguir lo que consiguió y no fue fácil. Las personas se identifican con eso, con esa batalla por conseguir sus objetivos», dice Bianca en una entrevista con Efe. Cuando Ayrton ganó su primera corona mundial, en 1988, ella era una niña y reconoce que no seguía mucho las carreras de su tío, «solo la salida porque sabía que iba a ganar». La imagen que guarda de él dista mucho de la del piloto al límite que se veía sobre la pista: «Era muy diferente, muy cariñoso, muy bromista, muy amoroso y muy querido».El 1 de mayo de 1994, Bianca estaba en casa de una amiga, comenzó a ver la carrera y cuando ocurrió el accidente se fue directa para casa «para ver lo que estaba pasando y ahí fue cuando se confirmó» su fallecimiento.